De Miami a Cartagena

Por Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

Más que juntas de directorio para toma de decisiones en el corto y en el mediano plazo, las Cumbres Presidenciales de las Américas son reuniones de alto, altísimo nivel, en donde dirigentes y expertos conocen y sopesan las tendencias mundiales y regionales, toman nota de las mismas y se preparan para impulsarlas o para bloquearlas. La primera Cumbre por ejemplo, la de 1994 en Miami, fue un notable ejercicio de pensamiento estratégico y de prospectiva. El escenario internacional maniqueo de la guerra fría acababa de llegar a su final y una nueva etapa se abría, aparentemente, para los países de todo el planeta y por supuesto de las Américas.

Democracia, libre mercado, globalización eran las consignas del momento, las claves indispensables para responder, como se decía un poco soberbiamente, a los desafíos de la época. Todo el mundo parecía estar de acuerdo en que por democracia solo podía entenderse la democracia formal. La posibilidad de que un gobierno, legalizado su triunfo en las urnas, se deslegitimase por la destrucción de los equilibrios clásicos de poder y por instaurar, sin mediaciones, la relación directa entre el líder y las masas, era definitivamente impensable para el optimismo explosivo, – que ahora nos resulta un poco incómodo-, de la época, que creía haber encontrado de una buena vez la ruta para el progreso y las libertades. La figura de Bill Clinton aparecía ideal para sintonizar con este nuevo ritmo de los tiempos.

La sexta Cumbre, la de Cartagena que está por inaugurarse el próximo fin de semana, tiene menos optimismo y más preocupaciones. Pocos consensos y mayores disensos. Menos expectativas y más realismo. Ciertamente, -los tiempos cambian y los gustos también-, asistirá a la Cumbre como invitada especial, Sofía Vergara, cuyo programa Modern Family no se pierde el presidente Obama, como aseveraba María Isabel Rueda en su entrevista al embajador estadounidense McKinley.

Pero el tema de mayor controversia y el más anotado a nivel de analistas internacionales es el del fracaso de la guerra contra las drogas. Este tema implica cuestiones complejas como la quiebra de las instituciones de justicia, la pérdida de la seguridad y de la confianza ciudadana, la corrupción.

El problema es que la estrategia de guerra liderada por Washington durante cuatro décadas: erradicación de la producción, penalización del narcotráfico y criminalización del consumo parece haber fracasado. Así lo han reconocido los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, integrantes de la Comisión sobre Drogas y Democracia en América Latina.

El problema es que cada vez aumenta más en la opinión pública la desconfianza y la pérdida de credibilidad en esta forma de combatir el narcotráfico. La reciente experiencia mexicana de la participación de las Fuerzas Armadas no ha significado ninguna solución y lo más seguro es que el presidente Calderón terminará su mandato sin haber logrado obtener ningún beneficio aceptable contra la imagen de un país desangrado.

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1 Comment

  1. La «guerra» liderada por Washington ha fracazado, porque la DEA se dedico a otra funciones , la de injerencia en los asuntos internos de nuestros pueblos.
    El combate al NARCOTRAFICO esta en los pasises consumidores, y USA es uno de ellos, y que hacen para acabar con los consumidores, absolutamente nada, si no hubieran consumidores no habria producción de coca.
    Ahora mismo tenemos bases militares en Colombia dizque para combatir el narco-trafico, pero están es preparando  intervenciones en los países vecinos con el fin de apoderearse de la riquezas naturales.
    Estas conferencias solamente son para tomarse las fotos y lucir ahora las guayaberas, dicho sea de paso el comandante Fidel en una reflexión dice, no se invito a Cuba pero si se invitaron las guayabera, yo le agreo sería bueno que usen el sombrebo PANAMA originales yhechos en Ecuador, para que Obama parezca un guajiro cubano, de origen mambi.

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