Con ley, sin prensa

Por Marlon Puertas
Quito, Ecuador

Está fresca todavía la noticia de la marcha indígena por el agua, por la vida, por la dignidad. Cientos de emocionados acompañaron a los líderes de la Conaie pensando que por fin despertaba la oposición, que ya era hora que revivan las manifestaciones de protesta, que de aquí en adelante, el Gobierno de Rafael no podría hacer lo que sus ganas dictasen.

Qué equivocados todos. Esta semana, en cambio, los mismos líderes de la Conaie que marcharon aparecen como si nada a proclamar que votarán por la Ley de Comunicación, que les gusta ese procedimiento bonito que se inventó Tomás Zevallos del artículo por artículo, y que como hay artículos que reparten frecuencias de radio a las comunidades, eso sí los convence a ellos y por eso votarán.

Partida ganada. El Gobierno tendrá su ley mordaza, como siempre quiso, y a ello se han prestado quienes dicen ser opositores, quienes tienen voceras como Lourdes Tibán, tan simpática y mediática ella, pero que a la hora de las definiciones, se abstiene, la posición más cómoda para los incómodos, permitiendo así que ganen los verdes, que por lo menos tienen la virtud que sí saben lo que tienen que hacer.

La ley que ni le va ni le viene al presidente Rafael Correa, en realidad es la ley más importante para la revolución ciudadana.

Una ley de Comunicación que tendrá un consejo Regulador y sancionador, no solo para los medios, sino también para los periodistas. Un consejo Regulador que será, inevitablemente, integrado por gente afín al Gobierno, venga de donde venga, porque si no profesaran la ideología revolucionaria, sencillamente no serían tomados en cuenta.

Estas personas serán las que califiquen el trabajo de los medios y sus periodistas. Estos representantes serán los jueces que tendrán en la mira a cientos de reporteros y editores, que de ahora en adelante no solo tendrán que responder a sus lectores o audiencias, sino también a unos señores poderosos puestos allí por un Gobierno declarado permanentemente como enemigo de los medios independientes.

Lo que se viene, no será fácil. No será bueno.

Lo que piensan aprobar los asambleístas, artículo por artículo, será el golpe más fuerte a las libertades que se haya dado en el Ecuador. Incluso estoy pensando que ya ni será necesario el veto del presidente, porque la ley saldrá del horno a su medida, lista para saborearla. De esa forma se evita el desgaste, así se ahorra la fatiga.

De la Asamblea que tenemos tampoco se podía esperar mejor cosa. De un Gobierno que ha repetido tramposas prácticas de la partidocracia, tampoco. Está pendiente aún la reacción ciudadana, que recién cuando vea coartadas sus propias libertades, se habrá dado cuenta del extremo al que nos arrojaron a todos una mayoría de votos. No voy a decir que entonces será tarde, porque nunca es tarde. Pero sí será muy difícil recuperar el terreno, el el espacio, el tiempo perdido. Será como comenzar de nuevo, será una lucha más fuerte todavía, que cuenta con una base importante: gente que no está dispuesta a cruzarse de brazos.