Hollande, una débil victoria

Por Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas del pasado domingo 22 de abril no han sido tan favorables como algunos titulares y analistas piensan, para la izquierda socialista francesa. Si bien es cierto que Francois Hollande ganó al actual presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, la diferencia entre ambos no es relevante: 28,63% del candidato socialista contra el 27,18 del representante del centro cada vez más inclinado a la derecha. Muy cerca de estos resultados como para no dejar de ser incómodo para muchos, la verdadera sorpresa de los comicios: Marine Le Pen, del derechista Frente Nacional con el 17,9% y lejos, muy lejos, como para no despertad demasiadas ilusiones, en cuarto lugar, Jean-Luc Mélenchon con un modestísimo 11,11%. Las expectativas de los socialistas eran ciertamente otras: obtener una significativa diferencia con Sarkozy de forma tal que la segunda vuelta, el próximo seis de mayo, no fuese sino la confirmación triunfal de la primera. En cambio, ahora todo está por hacer por más que Hollande haya ganado la primera vuelta.

«Francia, dividida» era el melancólico aunque realista titular del día de ayer de El País. Aunque el subtítulo pretendía insuflar optimismo: «El relevo en el Eliseo tras la victoria de Hollande puede llevar a un cambio en Europa». ¿Qué cambio? Quizá uno de las mejores diagnósticos del clima que impera en Francia en estos días sea el artículo que el filósofo francés André Glucksmann publicó recientemente con el título de «No esperen nada de Francia, estamos como en los años treinta». Sin que se trate de suscribir todas las afirmaciones del que fuera en una época hoy bastante lejana, «nuevo filósofo», el tono que impera en el diagnóstico es el de la desilusión. Desilusión por el giro «provinciano» de la campaña, antieuropeo, que se ha concretado en pedir más proteccionismo por una parte y mayor exclusión por otra. La victoria de Le Pen refleja estas tendencias que se han manifestado fuertemente ahora.

Glucksmann no espera mucho de la izquierda francesa. «Creen que la globalización es un desastre porque obliga a cerrar industrias en Francia. Así que condenan todo lo que viene de afuera… Está Brasil, India, millones de campesinos y obreros que tratan de salir adelante y de vivir mejor que sus padres…Y nuestros socialistas quieren poner barreras al comercio, y se olvidan de los intelectuales que luchan por democratizar sus países. ¿Qué visión de tipo humanista es esa?». Hollande, recuerda Glucksmann, no ha apoyado a los moscovitas que luchan contra Putin y Ben Alí y Mubarak eran miembros de la Internacional Socialista…

Sarkozy no queda mejor para Glucksmann. El presidente francés «ha perdido su visión del mundo y se ha convertido en un gendarme», jugando políticamente con el racismo (ataque a los gitanos rumanos), atacando la inmigración y fomentando la xenofobia.

Para Le Monde las elecciones de ayer fueron un doble referéndum contra Sarkozy. Es decir, no ganó Hollande sino perdió Sarkozy. Todo entonces está pendiente.

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