Apagando incendios

Por Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

Los acuerdos y acercamientos de Ecuador con Irán han generado una inmensa expectativa en articulistas especializados en temas internacionales, tanto alrededor del mundo, como dentro de nuestras fronteras. A pesar de mis profundos esfuerzos por encontrar un artículo o escrito objetivamente analizado que favorezca la posición de acercamiento político, diplomático y comercial implementada por nuestra política externa con el país persa, confieso que no solo no he tenido éxito en conseguirlo, sino que mis angustias como ecuatoriano solamente han sido incrementadas.

La avalancha de cuestionamientos ha traspasado el análisis de relaciones entre estados, y noticias externas nos revelan con lujos de detalles hechos y circunstancias que despiertan interrogantes y escenarios destructivos al círculo íntimo presidencial y que hasta ahora no han sido aclarados.  Otto Reich, quien fuera Subsecretario de Estado para América Latina y Embajador de los Estados Unidos en Venezuela, puede ser considerado como un articulista polémico, de pocos encantos para muchos lectores y hasta desacreditado en cierto grado por sus posiciones de extremo. Sin embargo, no se debe desestimar que su voz, contactos e influencia, especialmente en círculos políticos y diplomáticos dentro de los Estados Unidos y del mundo de la diplomacia Latinoamericana pueden tener mayor autoridad de lo que desean aceptar actores políticos intransigentes con los intereses y posiciones norteamericanos.  El público estadounidense es un gran consumidor de titulares y la poderosa prensa americana dominada por la derecha política de dicho país no escatima en informar y amplificar toda noticia que presente negativamente a cualquier gobierno progresista de la región.

Todo apunta a demostrar la inexistencia de un análisis pragmático del mal que nuestro desencuentro con la política de sanciones estadounidenses contra Irán puede infligir al futuro cercano de nuestra frágil dolarización. Sino, habrá que preguntarle al SCB, uno de los pocos grandes bancos ingleses que logró emerger inmune a la terrible crisis del 2008 y que ahora se encuentra luchando por sobrevivir a las posibles sanciones sobre las que hace no mucho tiempo ironizaban.

El considerar que unas cuantas bananas y un concepto de soberanía son suficientes para amparar una tesis cuyas consecuencias pueden ser nada atractivas para el gobierno de la revolución ciudadana, no implica que las convicciones anti imperialistas nos conviertan necesariamente en amigos íntimos de los enemigos de los Estados Unidos. Podemos mantener la misma posición con independencia y contundencia sin necesariamente imprimirle el sello iraní. Además, es necesario  preguntarse, si  el sector privado está realmente interesado en vender bananas u otros productos a Irán, poniendo en riesgo la venta de sus mercancías a Estados Unidos y otros países. Después de todo, es el sector privado el que requiere ampliar mercados para la exportación de su producción.

Para incrementar las tensiones que oprimen a nuestra relación con los Estados Unidos, nuestros diseñadores de políticas públicas han declarado como un paraíso fiscal al estado de la Florida, nuestro principal socio comercial dentro de los Estados Unidos. Sin embargo de no ser un secreto que muchos gobiernos latinoamericanos y que las mismas autoridades federales estadounidenses han cuestionado la posición de la Florida  argumentando que sus prácticas impositivas generan herramientas de evasión para el no pago de impuestos de personerías extranjeras tanto en los Estados Unidos como en los países desde donde se origina dicha riqueza,  el paso dado por Ecuador, un país incluido en la lista de países de alto riesgo y no cooperativos de la GAFI, podría no venir en el momento adecuado y ser considerado como una simple medida adicional irritante a nuestra alicaída relación bilateral. Los Senadores y Congresistas floridanos de mayoría republicana y abiertamente detractores del gobierno ecuatoriano podrían pensar en tomar medidas retaliadoras contra intereses de nuestro país.

La  poderosa Chevron, encabeza el listado de censuradores del sector privado a nuestro gobierno y utiliza todas las herramientas posibles para generar malestar contra intereses ecuatorianos entre los miembros del Senado, del Congreso y del Corporativismo de dicho país. Es indiscutible que moralmente  Chevron está condenada a pagar sus culpas y asumir sus responsabilidades en Ecuador, pero su denuncia ante el Senado estadounidense alegando nuestro incumplimiento del Tratado de Inversiones Bilaterales, sumado a las contundentes pruebas que presentan sobre las anomalías en la administración de justicia en las cortes del país, no deben ser un tema fácil de rebatir para nuestra Embajadora en Washington.

La defensa de los derechos y protección de Julián Assange, ciudadano australiano abandonado cruelmente por el gobierno de la ex colonia británica, nos sumerge gratuitamente en una controversia adicional;  en especial si el tema no se enfoca con la debida probidad y cautela que demanda un caso tan emblemático en la defensa de los derechos a la libertad de expresión sobre el secretismo de temas de estado. Es necesario considerar en el análisis que ni las más progresivas leyes de trasparencia de información pública de reciente aprobación en la mayoría de países protegería la publicación de temas considerados como inherentes a la seguridad nacional de los estados.

Los ecuatorianos nos hemos acostumbrado a este mecanismo gubernamental de apagar incendios internos ocasionados constantemente por políticas impregnadas de error o por falta de previsión. La prensa local había identificado no mucho tiempo atrás a la entonces Ministra de Coordinación de la Producción Empleo y Competitividad como una pieza fundamental del equipo del Presidente que lograba apagar incendios provocados por otros estamentos estatales. ¿Será suficiente la pericia y el profesionalismo de la ahora embajadora en los Estados Unidos para enfriar con éxito la calentura provocada  por esta serie de circunstancias negativas?

Esperemos que la embajadora Cely logre apagar el gran incendio que esta larga e inquietante resequedad en nuestras relaciones bilaterales puede estimular.

 

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1 Comment

  1. El odio irracional contra los Estados Unidos es el patrón de todos estos socialistas envenenados de tanta envidia y afectados por hechos de índole personal personal. No se avanza con odio. No se construye con violencia verbal. Tu articulo es bueno pero nuevamente muy tibio para lo grave de la situación a la que nos lleva tu gobierno de la revolución. 

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