Ernesto Cardenal, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

Poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. Foto de Archivo, La República.

Madrid, 15 nov (EFE).- «Poesía es todo, incluido el Creador de todo. Poesía es Dios», manifestó hoy el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) tras recibir de manos de la reina el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en un acto celebrado en el Palacio Real de Madrid.

El poeta y sacerdote, artista polifacético, promotor de la Teología de la Liberación y que llegó a ser ministro de Cultura con el Gobierno sandinista que gobernó su país entre 1979 y 1987, dijo: «Que la poesía sea promovida por una reina es algo que debieran imitar los otros gobernantes».

En su discurso de agradecimiento ha recurrido al significado de la palabra Sofía, sabiduría en griego, para evocar esa figura «muy misteriosa y muy atractiva» de la Biblia que la tradición cristiana interpreta como «un atributo de Dios, como Dios en su creación y también como Cristo, sabiduría de Dios, y Palabra creadora de Dios».

Por ello, manifestó ante la reina, tocado con su sempiterna boina negra, con barba y largo pelo blanco y cubierto con un poncho también blanco, «es como decir que Sofía es la Poesía de Dios».

Entonces se acordó de la definición que Gustavo Adolfo Bécquer dio de la poesía, el conocido «poesía eres tú», porque si poesía, apunta, «es la persona amada, y pareciera que no hay nada más que decir», él añade: «Poesía es el amor. Y poesía es la amada que uno ama, y todo lo que uno ama y que lo ama a uno».

En definitiva, para el último galardonado con el XXI Premio de Poesía Iberoamericana, «poesía es todo, incluido el Creador de todo. Poesía es Dios».

Tras exponer esta concepción suya del arte poético, Cardenal recordó que la poesía «fue el primer lenguaje de la humanidad, siendo el lenguaje lo que nos hizo humanos y nos diferencia de los animales».

El teólogo nicaragüense afirmó también que «todo niño es poeta», y ha citado versos de niños enfermos de cáncer con los que trabaja en Managua en un taller de poesía, como uno que recordando a sus amigos muertos dice que al jugar hablaban de «qué hacer cuando nos muramos».

«Está afirmando ingenuamente y, tal vez inconscientemente, la resurrección» proclamó el vate, de 87 años, que concluyó su alocución: «no debemos temer a la muerte, como aquel niño enfermo no tenía ningún miedo, esperaba jugar más».

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