La reforma bancaria

Por Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

En los años 60 se hizo una reforma agraria cuyo objetivo fue cambiar el equilibrio del poder. Nada de aumentar la producción, nada de crear más riqueza, nada de producir más alimentos. El asunto fue el poder y nada más. Igualito que en la última reforma tributaria.

Hasta los años 50 del siglo pasado, los terratenientes habían tenido bastante influencia política, especialmente en la Sierra. Algunos dirían que en realidad tenían «demasiado» poder. En esa época, en la Sierra había muchas grandes haciendas, algunas productivas y otras improductivas. La reforma agraria dividió esas tierras y creó una infinidad de minifundios, lotes tan pequeños que, en general, no fueron productivos.

En la reforma agraria de la Sierra, el objetivo no fue aumentar la producción, sino reducir el poder de los terratenientes, en base a achicar sus haciendas. Pero adicionalmente se generó inseguridad sobre la propiedad de la tierra y eso debe haber reducido significativamente las inversiones en la agricultura en los años 60 y 70.

Si lo que se quería era reducir el poder de los hacendados, lo ideal hubiera sido ir creando las instituciones necesarias para que todos los ciudadanos tengan el mismo poder, no sólo por su derecho al voto, sino también por su educación, etc. Con eso se habría dado un paso adelante en afianzar la democracia, sin afectar la producción agrícola. Desgraciadamente se escogió el camino más rápido y cómodo, pero que produjo daños colaterales para la economía.

Y en esa época hubo algunos tan ilusos que estaban encantados con la redistribución de las tierras, olvidándose que en un país tan pobre como el Ecuador de ese entonces era más importante crear riqueza que distribuirla. Ilusos que se dejaron engañar por los cantos de sirena que hablaban de ‘justicia’, cuando la realidad estaba más cerca de ‘venganza’.

La última reforma tributaria (aquella dirigida contra los bancos), se enmarca en el mismo pensamiento de izquierda de los años 60 y lo único que busca es reducir el poder de los bancos y de los banqueros, sin siquiera considerar los daños que se pueda causar a la economía. Quizás haya un pequeño efecto redistributivo (pasar riqueza de los ricos a los pobres), pero, al igual que en la reforma agraria de los 60s, no va a sacar a los pobres de su pobreza, pero sí va a frenar la creación de nueva riqueza, sobre todo porque hoy nadie querrá invertir en la banca, al igual que hace cuatro décadas nadie quería invertir en la agricultura.

Esto no significa que mañana habrá un colapso de la economía sino que habrán muchas oportunidades perdidas, avances en el sector financiero que no llegarán, ciudadanos que no accederán a nuevos servicios bancarios. Igual que en los años 70 se perdieron muchas oportunidades en la agricultura.

* Vicente Albornoz es decano de Economía en la Universidad de las Américas. Su texto ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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2 Comments

  1. POR MAS QUE INTENTES CON TUS OPINIONES SESGADAS QUERER SEGUIR MINTIENDO A LOS ECUATORIANOS, NO LO LOGRARAS, ERES UNO DE LOS QUE ARRUINARON A MUCHOS ECUATORIANOS.
    YA CALLATE TUS PALABRAS LLEGAN A LA ANTIPATIA.

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