El ocaso de una (de su) estrella

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

¿Será cierto que la justicia argentina “es una justicia de mierda”? No lo digo yo. Lo dijo el jefe de Gabinete de la Casa Rosada, Juan Manuel Abal Medina, licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, en la que se recibió en 1994 “con diploma de honor, medalla de oro y un promedio de 9.4”. Por el lenguaje que utiliza, más bien parecería que se graduó en la Universidad de La Matanza. Tampoco lo digo yo. Utilizo nada más que una expresión de la presidenta Cristina Kirchner cuando fue abucheada por los estudiantes de la Universidad de Harvard: “Chicos, estamos en Harvard. Eso es para La Matanza”.

Se podría entender la reacción de Abal Medina si echamos una mirada a su linaje: es hijo de Juan Manuel Abal Medina, fundador del grupo guerrillero Montoneros y uno de los responsables de la masacre de Ezeiza (Buenos Aires) que se produjo el 20 de junio de 1973 cuando regresó a Argentina Juan Domingo Perón. Es sobrino, además, de Fernando Abal Medina, autor del secuestro del general Pedro Eugenio Aramburu, quien, tras un “juicio popular”, en el cual no tuvo derecho a la defensa, fue condenado a muerte y ajusticiado con un tiro en la nuca disparado por el joven Abal Medina el 1 de junio de 1979.

El enojo del jefe de Gabinete tiene su origen en el día que Cristina Kirchner en lugar de ir a la modista fue al Congreso para que le confeccionaran una ley a medida. Quería –y sigue queriendo– deshacerse del grupo “Clarín” que tiene la desfachatez de criticar sus medidas de gobierno y de no reconocer sus aciertos. Ellos se pueden ver en las cifras y los datos ofrecidos por el Gobierno. Claro que no se menciona que desde el pasado mes de febrero la prestigiosa revista británica “The Economist” no publica ninguna estadística facilitada por el Gobierno argentino porque no son serias ni reflejan la verdad. En el artículo que comunicaban dicha decisión, la revista dijo: “Estamos cansados de ser parte de lo que parece ser un deliberado intento de engañar a votantes y estafar a inversionistas”.

Después de anotar las medidas de la señora presidenta, el Congreso elaboró una ley adecuada a terminar con el “imperio” de “Clarín” (todos los bolivarianos tienen un imperio como enemigo, ya que les da un toque épico). Abreviando, pues la historia es larga, la Corte Suprema de Justicia argentina, de siete miembros, cuatro de los cuales fueron puestos por el propio Néstor Kirchner, le ha dicho a la señora presidenta que no puede realizar ninguna acción contra el grupo “Clarín” hasta que los recursos legales presentados hayan realizado todo el recorrido que deban realizar y llegar –sólo Dios sabe cuándo– a la Suprema Corte. Fue aquí cuando Abal Medina, egresado de la Universidad de Buenos Aires, no de La Matanza, dijo: “Me preguntaban cómo tomaron el fallo de la Cámara. ¿Los sorprendió? ¡Cómo nos iba a sorprender eso! Si era obvio que esa cámara de mierda iba a hacer lo que había hecho. ¡Qué duda teníamos, compañeros, que esos jueces comprados por Clarín iban a fallar para Clarín!”. ¿Será que el grupo “Clarín” pudo comprar incluso a los jueces nombrados por Néstor Kirchner? Porque la resolución salió por unanimidad.

Comprada o no, esa justicia que tanto disgusta a Abal Medina es la que va cerrando el círculo en torno a Cristina Kirchner y su grupo de colaboradores que miran con tanto desprecio y soberbia a sus vecinos por encima de la línea de la frontera. Para concretar: nosotros. Hace un par de días un tribunal de Buenos Aires condenó a cuatro años de prisión a su antigua ministra de Economía, Felisa Miceli, por actos de corrupción después que la policía encontró, en su despacho del ministerio, una bolsa que contenía, en efectivo, 31.670 dólares más 100.000 pesos (unos 225.526.500 guaraníes) cuyo origen no pudo explicar.

También existen en tribunales investigaciones abiertas por corrupción a la propia presidenta Cristina Kirchner, al vicepresidente Amado Boudou, los ministros de Planificación, Julio de Vido, y de Salud, Juan Manzur, y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Está ya imputado el exsecretario de Transporte, Ricardo Jaime. Es ilustrativo el hecho de que el juez que quiso abrir una causa contra Boudou perdió su puesto y fue sucedido por un abogado que le había enviado su adhesión y simpatía al vicepresidente a través de un “twit”. Así es como va perdiendo su brillo la estrella del Río de la Plata porque también su estrella se va destiñendo.

* Jesús Ruiz Nestosa es periodista y escritor paraguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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