Secuestro masivo en México DF sin explicación aún

MEXICO (AP) — Era el sábado 25 de mayo por la noche cuando empezó a llover y bajó la temperatura en la ciudad de México. Por eso, Said Sánchez García, de 19 años, hizo una escala en su casa para buscar algo para abrigarse. Había estado toda la tarde fuera y ahora él y su amigo Jerzy Ortiz, de 16, se iban a un club nocturno en la motoneta de Jerzy.

«Lo único que le dije fue ‘Ay hijo, está lloviendo, ya ni deberías de irte a ningún lado»’, recordó Josefina García. Fue la última vez que lo vio.

El domingo por la noche llamó a la madre de Jerzy, Leticia Ponce, para ver si sabía dónde estaban los muchachos. El martes, las dos madres fueron a la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal junto con otros familiares alarmados.

Los muchachos desaparecieron junto con otros nueve, en un bar nocturno de la Zona Rosa, en el centro de la Ciudad de México, luego de ser secuestrados por hombres enmascarados fuertemente armados en camionetas, según el relato de un hombre que pudo escapar.

Casi una semana después, las dos mujeres niegan que el secuestro haya tenido algo que ver con sus hijos.

Ambas reconocieron que los padres de los muchachos están presos por delitos vinculados con drogas, pero Ponce dijo llorosa a los periodistas el viernes que «si alguien quisiera hacernos algo, nos habría secuestrado a nosotras».

Las autoridades han buscado afanosamente los motivos del hecho. Días antes, el 9 de mayo, fue muerto a golpes Malcolm Shabazz, nieto del fallecido Malcolm X, en una pelea por una cuenta en otro bar de la ciudad mexicana. Dos camareros han sido arrestados en este caso.

Después de ver las videograbaciones de vigilancia en el caso del secuestro, el procurador del DF, Rodolfo Ríos, dijo a Radio Fórmula el viernes que hasta ahora no han hallado nada como lo que describieron los testigos.

«No tenemos ningún dato preciso hasta este momento de cómo fue exactamente», dijo.

Los familiares pasaron el día reunidos con fiscales federales y municipales y exigieron ver las grabaciones tomadas desde los edificios que miran a la calle estrecha del bar cerca del céntrico Paseo de la Reforma. El bar está a media cuadra del edificio de la Policía federal y a unas tres cuadras de la embajada de Estados Unidos.

Empleados de un comercio cercano dijeron haber notado desde hace tiempo actividad extraña y música ruidosa en el edificio con el letrero «restaurante bar Bicentenario». Algunos lo consideran un ‘narcobar’, por los automóviles lujosos que llegan y salen. El club nocturno opera desde hace un año, calculan los vecinos.

Operaba con un nombre diferente del que figura en una licencia que expiró en 2009 y nunca fue renovada. De todos modos seguía abierto. Humberto Huerta, un vocero de la oficina municipal responsable de inspeccionar bares y otros comercios, indicó que apenas tiene 16 inspectores para supervisar 60.000 comercios.

Nadie vio nada el domingo alrededor de las 10 de la mañana donde supuestamente ocurrió el secuestro masivo, lo que parece increíble dado que la cercana avenida de la Reforma estaba llena de gente ese día, por los paseos ciclistas que se hacen todos los domingos.

Algunos conjeturan que fue en represalia a los padres de los dos muchachos.

El vocero del sistema correccional de la ciudad dijo que el padre de Sánchez, Alejandro Sánchez, fue sentenciado en octubre de 2004 a 23 años de cárcel por extorsión, delincuencia organizada, homicidio y robo. Está en una prisión de máxima seguridad en la ciudad.

El padre de Jerzy, Jorge Ortiz, conocido como «El tanque», fue arrestado el mismo día que Sánchez y condenado por los mismos delitos y sentenciado a igual pena de prisión. Fue transferido a una prisión de máxima seguridad por ser considerado delincuente de alto riesgo.

Tepito
Tepito

Algunos acusan a las autoridades de desestimar a las víctimas del secuestro porque provienen de Tepito, una de las colonias más peligrosas de la ciudad y centro de movimiento de contrabando, desde armas y drogas hasta artículos falsificados.

«Mi marido está preso desde muchos hace años», dijo García. «El no tiene ningún problema con nadie, no se mete con nadie. Por eso sería mucho tiempo para que trajera consecuencias, ¿no?»

En las calles estrechas de Tepito, un bloque de unas 150 manzanas, hay puestos donde se venden zapatillas llamativas y discompactos pirateados. La basura se acumula en las esquinas y abundan los talleres de repuestos automotores de dudosa procedencia.

Alma, una estudiante de 21 años que no quiso dar su apellido, dijo que es común ver niños ya desde los 10 años estar callejeando durante toda la noche y señaló que para ellos los modelos son los hombres con motocicletas y automóviles deslumbrantes sin medios visibles de ingresos.

Circulan rumores de que los secuestros pueden haberse debido a una ofensiva de un narcocartel para penetrar en el lucrativo mercado negro de Tepito, controlado tradicionalmente por mafias y familias locales.

Según las autoridades, los principales carteles de la droga suelen mover dinero o drogas por la Ciudad de México, pero no operan directamente desde la capital, en parte porque las calles atestadas y una fuerza policial de 70.000 efectivos dificulta operar allí.

Como consecuencia, la ciudad hasta ahora ha estado mayormente libre de secuestros o asesinatos masivos como en otras partes de México, donde los carteles están en guerra.

Sin embargo, el delito arrecia en el barrio de Tepito, donde los que no son de la zona no pueden entrar sin guías locales por temor a ser asaltados. Los empresarios locales han financiado una fuerza de seguridad, integrada mayormente por 17 ex convictos que patrullan las calles. Si sorprenden a un ladrón, lo entregan a la Policía.

Miguel Bárcenas, un imponente ex policía vestido de negro, dirige la fuerza, armada solamente con radiotransmisores. Dijo que oyó rumores de que carteles como La Familia Michoacana o los Zetas querían entrar, pero cree que Tepito es probablemente demasiado peliaguda, aun para ellos.

«La gente aquí está muy unida, es muy guerrera», afirmó Bárcenas.

Los familiares niegan que los desaparecidos hayan estado involucrados en negocios ilícitos.

García dijo que su hijo le ayudaba a vender carteras y productos de limpieza. Otra de las desaparecidas, Jennifer Robles, de 23 años, era una madre soltera. La muchacha colocó un mensaje en Facebook a las 8.30 de la mañana del domingo, justo antes de desaparecer, diciendo que estaba bailando.

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Por MARK STEVENSON y ADRIANA GOMEZ LICON, Associated Press. La periodista de Associated Press Olga R. Rodríguez en la Ciudad de México contribuyó a este despacho. Una composición de fotos tal como aparecen en volantes de diez de las once personas secuestradas en plena luz del día en un bar de amanecida en la capital de México, el domingo 26 del 2013. Desde izquierda a derecha, en la parte superior: Josue Piedra Moreno, Aaron Piedra Moreno, Rafael Rojas, Alan Omar Athiencia Barragon, Jennifer Robles Gonzalez. En la parte inferior: Jerzy Ortiz Ponce, Said Sanchez Garcia, Guadalupe Morales Vargas, Eulogio Foseca Arreola, Gabriela Tellez Zamudio. (Foto AP/Marco Ugarte)

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