Si no hubiera pajaritos

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Más allá de cualquier consideración ecologista, explotar el Yasuní no es una buena idea.

Aun si no hubiera un solo pajarito en esa zona, los problemas del Ecuador no van a resolverse con más petróleo. Los países muy ricos en recursos naturales tienden a tener gobiernos grandes, cómodos, acostumbrados a vivir de las agradables rentas del petróleo (o del cobre, el gas, la soya o lo que sea). Como contraparte a un sector público inflado, se suele tener sectores privados pequeños, ineficientes, acostumbrados a vivir de los contratos públicos. Y una población dependiente de los empleos del Gobierno o de los empleos de las empresas que tienen contratos con él.

Aumentar los recursos naturales disponibles para el Estado sólo empeora estas características. Es cuestión de ver cómo son Nigeria, los países del Golfo, Venezuela, Bolivia, etc. Adicionalmente, cuando el Estado es el principal receptor de esas rentas (y como son tan grandes, casi siempre termina adueñándose de ellas), puede financiar un enorme gasto público sin cobrar una cantidad equivalente de impuestos.

Por ejemplo, el Presupuesto General del Estado para este año espera un gasto público de USD 32 000 millones, pero ingresos por impuestos de únicamente 13 000 millones. De modo que «servicios públicos» por un valor de 32, a los ciudadanos nos costarán sólo 13 (el resto se cubre con ingresos petroleros y endeudamiento y la facilidad para endeudarse está conectada con tener petróleo).

Pero lo grave es que, pagando 13, se recibirán servicios valorados en 32, de manera que no vamos a sentir el costo real de lo que recibimos y no tendremos ningún incentivo para pelear para que ese gasto sea de mejor calidad, más eficiente, mejor enfocado, más transparentemente manejado, etc. Pocos gastos hay tan absurdos como el subsidio a los combustibles (porque beneficia a los más ricos, a los contrabandistas de gas y contamina el medioambiente). Pero se ha mantenido desde hace décadas y crece año a año. Pues un gasto tan absurdo sobrevive porque a nadie le cuesta dado que se paga con los ingresos petroleros.

Si el subsidio a los combustibles se pagara con impuestos, podemos estar completamente seguros que no existiría.

Un país cuyo Gobierno gasta dos veces y medio lo que cobra en impuestos, se llena de «súbditos» y no de «ciudadanos». Y de «reyes» en lugar de «presidentes». No, tener más campos petroleros no va a solucionar los problemas del país. Nos va a hacer más dependientes del petróleo y de su precio. Y cuando el precio baje, el golpe va a ser todavía más fuerte que en las dolorosas caídas de 1981, 1986 ó 1998 (porque además de todo lo señalado, las economías dependientes de recursos naturales son muy volátiles).

Y todo esto, sin considerar ni al 0,1% de los pajaritos.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.


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