EE.UU., en busca de la influencia perdida en Siria

Vladimir Putin y Barack Obama. Foto de Archivo, La República.

Washington, 16 sep (EFE).- El acuerdo entre EE.UU. y Rusia para desmantelar el arsenal químico de Siria ha supuesto una salida a la encrucijada en la que se encontraba el presidente Barack Obama, pero no le ha devuelto la influencia perdida en los esfuerzos de solución del conflicto, según los expertos.

Si, como coinciden la mayoría de observadores, el presidente ruso Vladímir Putin «salvó» a Obama de una derrota casi segura en el Congreso de EE.UU. de su propuesta de atacar Siria para destruir el arsenal químico del régimen, el acuerdo alcanzado el sábado para ese mismo fin ha supuesto la culminación de la estrategia rusa.

«La historia mostrará a un Obama que se dejó llevar y que fue salvado por Putin», dijo hoy a Efe Aaron D. Miller, experto en la región del centro de estudios Wilson Center.

Pese a que Estados Unidos ha logrado su objetivo de incluir en el acuerdo la posibilidad de represalias contra Damasco en caso de que incumpla el acuerdo, Miller cree que Estados Unidos tiene aún «menos influencia» que antes de este sábado, cuando cerró el pacto con Rusia en Ginebra.

«Su influencia ha caído porque el proceso en el que este acuerdo se llevó a cabo hizo que el presidente pareciera inconsistente, débil y perdido», evaluó el experto.

Según Edward P. Joseph, profesor en el centro de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, a Rusia no le preocupa que Estados Unidos mantenga la amenaza militar sobre la mesa, porque tiene preparada una «trampa» para acallarla.

«Rusia puede contar con que el margen de maniobra de la Administración Obama -la amenaza de la fuerza en caso de no cumplimiento (del acuerdo)- menguará inevitablemente hasta el punto de desvanecerse en cuanto Siria comience a demostrar un atisbo de cooperación en el proceso de inspección», señaló hoy Joseph.

«A no ser que Damasco volviera a usar las armas químicas, Estados Unidos se encontraría aún más aislado doméstica e internacionalmente si planteara de nuevo la idea de la fuerza», añadió Joseph en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs.

Miller coincide en que los apoyos al uso de la fuerza «retrocederán» en cuanto comience a aplicarse el acuerdo, algo previsto para esta misma semana, cuando el régimen sirio debe entregar una lista detallada de todas las armas y precursores químicos en su poder.

Para evitar perder ese resquicio de influencia, Estados Unidos se aferra a la búsqueda de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que condicione cualquier violación del acuerdo a las medidas punitivas «más fuertes posibles», tal y como explicó hoy la portavoz del Departamento de Estado Marie Harf.

De acuerdo con Joseph, esa resolución debe ir más allá del debate sobre el uso de la fuerza y «presionar a Rusia y Siria para aceptar términos que sienten las bases para las negociaciones de paz», tales como «la definición de los poderes y la estructura del Gobierno de transición» que reemplazará al régimen de Bachar Al Asad.

Obama no cuenta con ninguna garantía de que Rusia no vetará ese tipo de medidas, pero ser decisivo en el Consejo de Seguridad le permitirá comprobar «si Putin es un aliado real, o si ha estado jugando al póquer con un embustero», según Joseph.

En cualquier caso, Estados Unidos sigue necesitando la cooperación de Rusia para un objetivo clave: la convocatoria de la conferencia de paz de Siria, conocida como «Ginebra II» y que ambas potencias quieren fijar para el próximo mes.

Mientras que Rusia ha triunfado en su misión de confirmar la asistencia a esa conferencia de representantes del régimen de Al Asad, Estados Unidos sigue tropezando en su objetivo de garantizar la presencia de miembros de la oposición.

Esa tarea se ha visto previsiblemente complicada por el acuerdo alcanzado el sábado en Ginebra, que ha sido recibido con escepticismo por los líderes rebeldes.

«Los líderes de la oposición ven el acuerdo como una nota a pie de página en una guerra que se ha llevado 100 veces más vidas a través de medios convencionales», apuntó Joseph.

«El Gobierno (de Obama) va a tenerlo difícil para convocar siquiera a una delegación (opositora) para la conferencia de paz del mes que viene», añadió.

Menos probable aún parece que Obama retome la idea que aparcó la semana pasada: la de pedir al Congreso que vote sobre el uso de la fuerza en Siria.

«Ese proceso se abortó. Reiniciarlo sería volver a colocar a Obama entre la espada y la pared», consideró Miller. EFE

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