Miles de personas se quedan varadas en el aeropuerto de Tacloban

TACLOBAN, Filipinas (AP) — Cuando dos aviones de transporte C-130 de la Fuerza Aérea Filipina llegaron este martes poco después del amanecer al aeropuerto devastado por el tifón, más de 3.000 personas que habían acampado en la instalación con la esperanza de escapar burlaron una verja de hierro y se lanzaron a la pista.

Pero sólo unos cuantos llegaron a los aviones. El resto tuvo que quedarse en la ciudad destrozada por el tifón y donde escasea la comida, el agua y las calles están llenas de cadáveres.

Una docena de soldados y varios policías lograron contener a la multitud. Varias madres alzaron a sus hijos pequeños por encima de la cabeza con la esperanza de recibir prioridad. Una mujer de unos 30 años estaba en una camilla temblando incontrolablemente.

«Se lo pedía por favor a los soldados. Yo estaba arrodillada y rogándoles porque tengo diabetes», dijo Helen Cordial, quien perdió su casa en el tifón. «¿Quieren que me muera en este aeropuerto? Tienen el corazón de piedra».

«Necesitamos ayuda. No llega nada«, dijo Aristone Balute, una anciana de 81 años, quien tampoco pudo tomar un vuelo. «No hemos comido desde ayer por la tarde«. Balute tenía la ropa empapada de agua por la lluvia y lloraba.

La batalla por escapar en el aeropuerto de Tacloban es sólo una de incontables escenas de miseria en la región oriental de Filipinas desde que el tifón Haiyan golpeó el viernes. Sólo una pequeña cantidad de asistencia ha llegado y las necesidades de los casi 10 millones de personas afectadas por el desastres son cada vez más urgentes.

El saldo oficial de fallecidos era de 1.774 a primeras horas de este martes, aunque las autoridades han dicho que esperan que la cifra aumente significativamente. Los cálculos son de 10.000 y quizás sean más.

Mientras las autoridades filipinas batallaban para hacer frente a la enormidad del desastre, la ONU informó que lanzará un pedido de asistencia de emergencia para recaudar 25 millones de dólares.

Tacloban, una ciudad de unos 220.000 habitantes en la isla de Leyte, sufrió los embates de los vientos y de mareas tipo tsunami. La mayor parte de la ciudad está en ruinas, un caos de casas, carros y árboles destruidos. Y los vecinos hambrientos se han llevado toda la comida y el agua de tiendas, gasolineras y centros comerciales.

La mayoría de los sobrevivientes pasó la noche bajo fuertes lluvias donde podían, en las ruinas de las viviendas destruidas, a cielo abierto a lo largo de carreteras y junto a árboles sacados de raíz por los vientos. Algunos consiguieron dormir en tiendas de campaña entregadas por el gobierno o grupos de asistencia.

Médicos locales dijeron que están desesperados por recibir medicinas. Junto a la arruinada torre de control de aeropuerto, en una pequeña clínica improvisada con las ventanas rotas, paramédicos del Ejército y la Fuerza Aérea dijeron que habían tratado a unas mil personas por cortaduras, golpes, laceraciones y heridas profundas.

«Es abrumador», dijo el capitán de la Fuerza Aérea Antonio Tamayo. «Necesitamos más medicinas. No podemos inocular contra el tétano porque ya no tenemos vacunas».

Grupos internacionales de asistencia y entidades militares se apresuran a enviar ayuda a la zona, pero está llegando muy poca cantidad. Funcionarios del gobierno, agentes de policía y de las fuerzas armadas han sido afectados directamente por el tifón, lo que impide una buena coordinación.

El portaaviones USS George Washington debe llegar a la zona en unos dos días, informó el Pentágono. Otro barco militar estadounidense de gran calado y su flota de helicópteros, capaz de entregar gran cantidad de agua a diario y de evacuar a los heridos, salvó numerosas vidas después del tsunami de 2004 en Asia. Estados Unidos dijo que entregará 20 millones de dólares en ayuda inmediata.

Otros países, como Japón, Gran Bretaña y Australia, han donado decenas de millones de dólares. La ONU informó que sus 25 millones se usarán para pagar materiales para la construcción de refugios de emergencia y artículos del hogar, y por la prestación de servicios médicos de emergencia, agua potable e instalaciones sanitarias.

Las autoridades dijeron que evacuaron a 800.000 personas antes de la llegada del tifón, pero muchos centros de evacuación no soportaron los fuertes vientos y las inundaciones. La Cruz Roja Filipina, responsable por las advertencias y consejos a la población, dijo que la gente no estaba preparada para el aumento del nivel del mar.

«Imagínese, Estados Unidos, un país rico que estaba preparado, tuvo muchos problemas cuando el huracán Catrina, pero aquí pasamos tres veces más«, dijo Gwendolyn Pang, directora ejecutiva del grupo.

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