Cristina Fernández se juega su legado en Argentina

BUENOS AIRES (AP) — Blusas de un blanco inmaculado que rompen con el luto que llevó durante más de tres años, rostro radiante y figura estilizada. A su regreso de una cirugía craneal, la presidenta Cristina Fernández intentó reinventarse y renovar su desgastada gestión.

Ese «giro comunicacional», no obstante, podría no servirle de mucho a la mandataria si no confronta los problemas económicos que se mostraron con toda su crudeza en los últimos días y que amenazan con empañar su legado, según analistas consultados por The Associated Press.

Fernández, que en diciembre de 2015 dejará la presidencia tras ejercerla ocho años, «enfrenta una situación económica mucho más deteriorada que exige medidas de fondo urgentes y no hay ninguna decisión linda por delante«, dijo el analista Ignacio Fidanza, director del portal la politicaonline.com.

Después de guardar estrictamente el luto por su marido y antecesor, Nestor Kirchner, muerto en 2010, abandonarlo el 18 de noviembre, al reincorporarse a sus tareas tras superar la cirugía, «fue para ella un giro comunicacional» de renovación, «pero los problemas de gestión» y los económicos «siguen latentes», dijo la analista Mariel Fornoni de la encuestadora Management & Fit.

Uno de los mayores problemas es la inflación, hoy en torno a 26% anual según analistas privados, que obliga a la constante renegociación de los salarios y que es disparadora de tensiones sociales, tal como quedó demostrado en las últimas semanas con los reclamos de aumento de sueldo de miles de policías.

«Junto a ello se suma el creciente déficit fiscal por una constante expansión del gasto público, principalmente en materia de subsidios», dijo a la AP Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica. Además, Argentina sufre un déficit energético que le obligará a importar 13.000 millones de dólares de energía este año. «El techo que antes le ponía la deuda al crecimiento ahora se lo pone el déficit energético», señaló el economista.

Desde hace varios días miles de usuarios de Buenos Aires y su populoso cordón urbano sufren cortes de luz en medio de una ola de calor. Este problema se repite desde hace varios años y el gobierno ha responsabilizado del mismo a las distribuidoras de energía. Pero expertos atribuyeron los cortes a la mezcla de la falta de inversión de las empresas y la falta de planificación estatal en el sector energético, fuertemente subsidiado y donde las tarifas están congeladas.

Además, en Argentina preocupa la drástica caída de las reservas internacionales del Banco Central. Las reservas, que se emplean en parte para pagar deuda e importaciones de energía, sumaban al 20 de diciembre unos 30.647 millones de dólares, lo que representa una merma de unos 12.700 millones en lo que va de 2013.

En los dos años que le quedan de gobierno –no puede postularse para un tercer mandato, Fernández deberá lidiar además con las disputas internas en el peronismo para sucederla.

Observadores señalaron que la presidenta baraja tomar algunas medidas de ajuste para reducir el déficit fiscal que este año aumentará, según analistas privados, a 2,6% del Producto Interno Bruto, pues ya había comenzado a tomar decisiones clave para mejorar el frente externo como pagar a cinco empresas que le ganaron litigios al país. También llegó a un principio de acuerdo para indemnizar a Repsol por la expropiación de la petrolera YPF en 2012.

Pero la decisión de varios gobernadores provinciales de aumentar en algunos casos en un 60% los sueldos de los policías que se declararon en huelga causando con ello el saqueo de miles de comercios por delincuentes y vecinos que se sumaron al pillaje, podría conspirar contra los esfuerzos por reducir el déficit fiscal.

Para aumentos salariales promedio de 50%, el gasto subiría en 2.343 millones de dólares anuales, dicen analistas, que estiman que varios gobiernos provinciales tendrán que pedir ayuda financiera al Estado nacional.

Esa cifra no incluye varios suplementos salariales que el gobierno dispuso para otras cuatro fuerzas de seguridad movilizadas para controlar los desmanes, «en razón de las exigencias a las que se vean sometidas». Los suplementos van desde los 1.600 a los 542 dólares.

Los desmanes, que según el Ejecutivo fueron instigados por los propios uniformados, causaron 13 muertos y agitaron los peores fantasmas de Argentina, que en 2001 sufrió una grave crisis económica y social.

Economistas se preguntan cómo hará la presidenta para hacer frente a los reclamos salariales que se avizoran en el sector público producto de una inflación que, según afirman, será de por lo menos 28% en 2014, más del doble de las estimaciones oficiales.

Tras el aumento otorgado a los uniformados, otros trabajadores estatales exigieron un bono compensatorio, un salario base de unos 1.270 dólares y que las negociaciones salariales previstas para febrero se hagan ahora.

«El tema de la inflación es fundamental porque ha licuado la contención de los planes sociales (a familias humildes)», dijo recientemente el vocero de la Conferencia Episcopal, Jorge Oesterheld, sobre la pérdida del valor adquisitivo de esos subsidios.

En el caso de que el gobierno se decida a aplicar un ajuste, lo haría mediante la moderación de los incrementos salariales, para que en 2014 no superen 20%, y la reducción de millonarios subsidios en el sector energético, lo que significa un aumento en las tarifas eléctricas y de gas, señalaron economistas.

La duda está en si la presidenta lo aplicará en el corto plazo, esperará un tiempo o no lo hará por temor a que aumente el descontento social, indicó Fidanza.

Los saqueos y desmanes hicieron que el índice de desaprobación de la gestión de Fernández subiese más de diez puntos de noviembre a diciembre y trepase a 58,4%. Su aprobación bajó de 42,4% a 30,6%, según una encuesta de Management & Fit realizada a 1.600 personas entre el 9 y el 12 de diciembre.

Intuyendo los dos años complicados que se avecinan, Fernández modificó su gabinete y nombró jefe del mismo a Jorge Capitanich, figura influyente dentro del peronismo que últimamente ha dejado opacada a la figura presidencial.

Capitanich aseguró que las reservas aumentarán porque en 2014 habría «un nivel de producción de cereales y oleaginosas muy significativo».

Con el argumento de que es una forma de atajar la inflación, el gobierno acordó con los supermercados controles de precios de unos 175 productos de consumo masivo a partir del 1 de enero y durante un año, medida que algunos economistas consideran ineficaz y que ya se aplicó a lo largo de 2013 sin éxito. El Ejecutivo culpa a los empresarios de distorsionar los precios.

Ante las críticas, Fernández se enorgullece de la reducción de la deuda, del crecimiento económico de los últimos años y de la inclusión de amplios segmentos sociales que estaban marginados. Estimaciones oficiales dicen que la economía crecerá 5,1% en 2013 y 6,2% en 2014.

Pero economistas independientes creen que este año el crecimiento será de 3% y el que viene de entre 0 y 1%.

Para algunos analistas la idea de Fernández no es tanto resolver los problemas de fondo, sino llegar a diciembre de 2015, cuando dejará el poder, sin caer en una recesión.

«Creo que es difícil que, dada la cantidad de desequilibrios, se pueda avanzar sin cambios más fuertes», dijo el sociólogo Jorge Raventos.

Según Fidanza, «si no toma las medidas necesarias, no se sostendrá el esquema económico. Si las toma, van a venir tiempos duros, pero tendrá un camino de salida que al final puede generarle algún reconocimiento como estadista».

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