Lana del Rey se presenta en el festival Vida

A quienes ven en ella un fraude, Lana del Rey podría replicar, al estilo de un CR7 más, que le tienen envidia por guapa y rica, pero miss Grant, como ha podido comprobar el público del festival Vida, va a lo suyo con su pop frágil, atípico, desbordante de nostalgia.

Del Rey, un producto 100% yanqui como la coca cola, cuyo mundo musical de atmósferas oscuras llenas de historias de desamor, moteles de carretera y descapotables aparcados en descampados al atardecer, parece haberle cogido gusto a España.

Éste es el tercer verano consecutivo que actúa en nuestro país, y aunque venía con nuevo disco bajo el brazo («Ultraviolence«, que ha llegado al número 1 del Billboard) la cantante se ha apoyado sobre todo en las canciones de su exitoso primer disco «Born to die».

En un ambiente de sesentero bucolismo, un escenario rodeado de pinos, encinas y olivos, la neodiva, vestida con un corto y vaporoso vestido verde, y su larga melena negra suelta, ha comenzado el show con «Cola» y «Body electric», apoyado en un sonido de guitarras con el que de vez en cuando quiere mostrar su corazoncito roquero.

Las centenares de clones de «mini lanas» que bajo sus diademas de flores la observaban desde el foso han hecho estallar sus gargantas cuando Grant ha entonado las primeras estrofas de «Blue jeans», con esa forma que tiene la norteamericana de cantar, como si se avergonzara, susurrando.

«West coast» ha sido el primer tema de su ultimo trabajo en sonar, que confirma que su lírica discurre todavía por la senda de «Born to die» -quizás su credo hecho canción- ese sentido trágico de la vida donde placer y dolor se funden y que «Ultraviolence», tema que da nombre al disco, se alzaría como paradigma: golpes que saben a besos, un mensaje políticamente poco correcto.

Lana ha interrumpido unos minutos el concierto para bajar del escenario y hacerse fotos y firmar autógrafos a las fans que llevaban todo el día allí para no perderse ni un gesto. Adolescentes que comulgan con esa angustia de origen desconocido que trasmite la mirada perdida de Lana del Rey, y cuyos padres no saben el contenido de las perturbadoras estrofas del repertorio de la norteamericana.

Si en «Carmen» se ha servido de un contrabajo como acompañante, la artista ha preferido interpretar «a capella», y a petición del público, «Old money», en el que quizás haya sido el momento más intenso de la noche, porque la voz de Lana, una versión masculina de Chris Isaak, ha sonado prístina, libre de cualquier adorno.

«Video games» -la canción por la que merece un hueco en la historia de la música- y la «trip hopera» «National Anthem» han cerrado el concierto de una cantante que a veces en sus baladas puede llegar a abusar de los lugares comunes -la soledad, la pálida luna o el gusto de las chicas por los diamantes- pero que sabe sacar partido a la fuente inagotable de la melancolía.

Del Rey era la gran apuesta del festival Vida, heredero del Faraday que durante diez años se ha celebrado en Vilanova i la Geltrù (norte) y que ofrece un formato amable, lejos de las «carreras» que hay que darse en otros certámenes para no perderse actuaciones, con conciertos que no se solapan los unos con los otros, y en un ambiente extrañamente familiar.

Durante todo el fin de semana, este festival ha programado una treintena de conciertos en dos ubicaciones, una junta al mar, la Daurada Beach Club, y la principal en la acogedora Masia d’en Cabanes, una pradera mediterránea rodeada de pinos en la que ayer actuaron Rufus Wainwright y por donde hoy han pasado también los norteamericanos ‘Yo la tengo’ que han puesto el contrapunto más rockero.

Entre los nombres nacionales de ayer estaba la voz de la catalana Silvia Pérez Cruz, que acompañada por Raúl Fernández Miro a la guitarra eléctrica, se ha decantado por un repertorio lleno de versiones de Leonard Cohen o Violeta Parra, entre otros, así como de los divertidos Hidrogenesse, cuyo cantante ha tenido unas palabras para Lana del Rey y sus seguidores.

«En esta vida hay cosas que no son trágicas, de verdad…», ha dicho Carlos Ballesteros antes de ponerse a cantar su hit «No hay nada más triste (que lo tuyo)». Seguramente Lana no les habrá escuchado. EFE

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