Que muchos participen

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

La reciente eliminación de cuatro partidos políticos vuelve a poner en evidencia uno de los grandes problemas de la normativa electoral del Ecuador desde que volvimos a la democracia en 1979: la excesiva importancia del registro electoral.

En el Ecuador, para que un partido pueda participar en elecciones necesita estar registrado en el Consejo Nacional Electoral. Para lograr ese registro es necesario presentar un montón de firmas (165 000 con fichas y todo). Luego, si los resultados electorales son malos, pierde su registro y si quisiera volver a participar en elecciones, tendría que volver a recoger las firmas.

En teoría, no es absurdo tratar de reducir el número de partidos. En general, un país es más gobernable si tiene un número reducido de grupos en su Parlamento y una ciudad es más manejable si en su Concejo municipal hay menos partidos. Vale insistir que si bien, en general, tener pocos partidos ayuda a la gobernabilidad, tampoco es una garantía de que todo va a funcionar bien.

Pero lo importante es el número de partidos en las instituciones de Gobierno y no el número de partidos participando en las elecciones. Y ese es el gran defecto del sistema ecuatoriano: reduce el número de participantes en lugar de limitar el número de “electos”.

Existen varios países en el mundo donde hay un sistema de “umbral”, bajo el cual pueden existir muchísimos partidos o movimientos, pero sólo pueden ser electos los candidatos de aquellos que tienen más de un cierto porcentaje de los votos, un “umbral” que típicamente está entre el 3% y el 8% del total.

Entonces podrían presentarse centenares de movimientos a las elecciones parlamentarias y sólo serían electos aquellos candidatos que, además de ganar sus elecciones respectivas, pertenezcan a un partido que tenga, por ejemplo, más del 5% de a escala nacional. A esto debería sumársele que los requisitos para presentar candidatos deberían ser muy sencillos, a lo más debería requerirse la recolección de unos pocos cientos de firmas.
Con un umbral de 5%, lo usual es que en un Parlamento no haya más de cuatro o cinco partidos. Y países tan dispares como Brasil, Polonia, Alemania y Turquía tienen algún sistema de ese estilo en sus normas electorales.

La gran ventaja de un sistema así es que casi nadie se va a quedar sin participar en las elecciones y eso es clave para una democracia. Porque si alguien siente que se está bloqueando su participación electoral, es muy probable que busque participar en política por cualquier otro medio.

En este país se debería cambiar las reglas y dejar que muchos más participen en las elecciones. Todos saldríamos ganando con eso.

Esa participación es una válvula que permite liberar tensiones políticas y que, al mismo tiempo, permite refutar la supuesta popularidad de ciertos partidos.
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El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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