Metro sin metro

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

En mayo del año pasado escribí un artículo de opinión con este mismo título. En él decía que “se inaugurarán dos lindas estaciones [de metro], pero no habrá cómo viajar entre ellas”. Qué pena haber tenido razón.

El problema es económico. El metro para el “Quito que quisiéramos” es demasiado caro para “las posibilidades que tenemos”. En números redondos, el presupuesto de construcción del metro era de 1 500 millones. Hoy parece que en cualquier caso superará los 2 000 millones. También parece que podríamos quedarnos sin metro, parece que podríamos tener dos estaciones sin que haya cómo viajar entre ellas.

Dentro de los 1 500 millones de presupuesto original, lo más caro eran los 22 km de túneles y las 15 estaciones planificadas (se llevaban casi las dos terceras partes del total); el resto se repartía entre trenes, obras complementarias y expropiaciones. Por ahora, lo único que está construyéndose son las dos principales estaciones, La Magdalena al sur y El Labrador al norte, que van a costar unos 100 millones.

Son unas estaciones grandes, “multimodales”, diseñadas para que los usuarios puedan cambiarse de un medio de transporte a otro (bus, metro, auto) y por eso son tan caras. Pero siguen siendo sólo dos de las 15 estaciones planificadas.

La parte más compleja del proyecto, tanto desde el punto de vista de ingeniería civil como desde el punto de ingeniería financiera, es todo lo que falta por hacerse. Enfrentarse a un terreno tan irregular como el de Quito, con los riesgos sísmicos, las quebradas, las ex-lagunas y las diferencias de alturas, es un reto muy complejo y de difícil predicción. Y habrá que ver qué se hace cuando se encuentren restos arqueológicos cerca del Centro Histórico.

Por eso es que el costo estará, al menos, 500 millones por arriba de lo originalmente planeado. Y ahí arranca lo financiero, es decir, de dónde obtener la plata para la construcción.

El Gobierno central se había comprometido a aportar (o garantizar) 750 millones. La idea era que el Municipio se haga cargo de los restantes 750 millones, pero ahora, con el recálculo, tendría que hacerse cargo de 1 250 millones. Y eso suponiendo que el nuevo presupuesto (de 2 000 millones) sí se cumpla.

Desgraciadamente se ve muy complejo lograr ese nivel de financiamiento propio y, en el supuesto altamente optimista de que se lo consiguiera, habría que poner unos pasajes muy altos para poder repagar la alta deuda contratada. Parecería que es el momento de políticas realistas y de políticos serios que reconozcan que la idea del metro no fue más que una estrategia electoral y que en lugar de diseñar proyectos imposibles de financiar, dediquen su energía y los recursos públicos a soluciones realistas, a troles más largos, a nuevas vías expresas .

Y a inventarse algo para las dos estaciones del metro sin metro.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en el diario El Comercio.

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