Marx estaría avergonzado

Sebastián Coronel Hamilton
Pamplona, España

Ya es costumbre que el gobierno ataque frontalmente a las empresas multinacionales, ya sea por medio de impuestos o de regulaciones sofocantes. Sin embargo, la nueva reforma a la Ley de Telecomunicaciones, que reduce el porcentaje de utilidades que reciben los trabajadores de las empresas, es algo que se sale del libreto.

Ya se hizo lo mismo con el sector petrolero y minero, ahora es el turno de las telecomunicaciones. El fatal error que han cometido estas empresas es ser “demasiado rentables”, algo imperdonable para nuestro gobierno, que ahora busca aprovecharse de eso para exprimir la mayor cantidad de dólares posibles.

Este tipo de reformas nos transmiten dos mensajes: primero, demuestra que el Estado necesita financiación urgentemente, consecuencia de las malas políticas públicas y administración irresponsable. Y segundo, que este gobierno ya ha perdido el rumbo ideológico. La teoría “socialista” y “humanitaria” ya no se refleja en la práctica. Marx se debe estar revolcando en su tumba al observar como un gobierno declarado socialista les quita a los trabajadores el fruto de su esfuerzo.

Lo más “revolucionario” es que los afectados ya no serán los malvados banqueros y empresarios, blanco habitual de las agresiones del gobierno, ahora será la clase media ecuatoriana, esa extraña especie en peligro de extinción. Parece que el gobierno se ha olvidado de las 6 000 familias ecuatorianas que son receptoras de esas utilidades. Muchas de estas familias han realizado inversiones a largo plazo, pero ante el repentino cambio se verán incapacitadas de pagar sus deudas. Una vez más, el beneficiado será el Estado que se inflará aún más los bolsillos a costa del esfuerzo de los ecuatorianos. Como dije antes, Marx estaría avergonzado.

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