La revolución será curuchupa o no será

Miguel Molina Díaz
Quito, Ecuador

Ya lo dice el viejo y conocido refrán del Chapulín Colorado: “Más vale prevenir que cien volando”. Y también: “Dime con quién andas y te sacarán los ojos”. Por muchas razones, el nombramiento de Mónica Hernández, activista de Provida, como Directora del proyecto ‘Estrategia Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo Adolescente’ (ENIPLA), me ha causado una sensación muy chistosa a medio camino entre el escozor y risa.

Y es que, en principio, parece broma. Es realmente para reírse a carcajadas que la principal opositora a las medidas de prevención, por medio de métodos anticonceptivos, del embarazo no deseado y de las enfermedades de transmisión sexual, sea quién dirija la ENIPLA, iniciativa a cuya creación se opuso desde un principio.

Pero no, no es broma. Es una decisión tomada por el líder supremo de la revolución ciudadana. Y es que Mónica es mujer de su entera confianza. Mucho más que la ex feminista radical que ostenta el cargo de Vicepresidenta de la Asamblea Nacional y que, absurdamente, milita junto a otros camaradas de la vieja izquierda en el mismo gobierno en donde muchos de los más retardatarios miembros del Opus Dei han encontrado refugio.

Me di el trabajo de investigar a Hernández. Encontré la carta que envió a funcionarias del Ministerio de Salud Pública, fechada el 28 de octubre del 2014, en la que critica los Cuadernos Metodológicos de la Caja de Herramientas de la ENIPLA. Adjunta un seudo análisis final sobre esos cuadernos en el cual, ante las nociones sobre el cuerpo y la comprensión del mismo, Hernández comenta: “Esos mensajes son propios de la Ideología de Género que es una corriente de pensamiento del Feminismo Radical, no científica, sino ideológica, que busca posicionar la idea de que la sexualidad es neutra y que por tanto cada persona debe autodeterminarse, independientemente, o incluso negándolo, del sexo biológico”.

Todo lo que dice Mónica Hernández me provoca lo mismo: escozor y risa. Su uso de las comas y de la sintaxis, y más aún su estilo de redacción, es para quedarse sin aire de tanto reír. Hernández se nutre de un lenguaje seudo científico para proponer postulados religiosos. Es decir, en su prosa pretende que converjan, por fin, la ciencia y la fe como si ambas visiones del cosmos pudieran comulgar en santa eucaristía gracias a la lucidez de la nueva directora de la ENIPLA.

Pero, sobre todo, provoca escozor pensar que una persona, la más ideológicamente conservadora de las funcionarias gubernamentales, cuestione lo que ella llama Ideología de Género anteponiendo la accidental condición que en el cuerpo humano determina la biología. Hernández, que claramente desconoce la obra de Simone de Beauvoir, Judith Butler, el mismo Freud y de básicamente todos los pensadores del siglo XX, reduce el debate de la sexualidad a los postulados más dogmáticos y retardatarios de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. No se ha enterado que todo en la vida responde, en alguna medida, a una ideología.

Pero no todo en Hernández asusta. Muchos de sus escritos son la risa en la magnitud más alta de la gracia y del humor. De hecho, creo que Hernández sabe hacer comedia. En otro de sus comentarios a los Cuadernos Metodológicos escribe: “Base no científica de la Ideología de Género: La palabra ‘género’ en sí misma no define cualidades de una persona, sino que se refiere a cualidades gramaticales. La Ideología de Género pretende, arbitrariamente y sin sustento científico, aplicar el concepto de género gramatical (masculino, femenino y neutro) al ser humano”.

Deben creerme si les digo que, al leer eso, reí hasta las lágrimas. Pero también llegué a una conclusión: Hernández no conoce la lengua castellana e incluso, y eso es grave, creo que ignora nociones básicas del pensamiento humanístico. El género, del latín genus, es, en principio, una palabra que se refiere a una categoría. Y Hernández, aspirante a filóloga, piensa, y esto es muy jocoso, que el género se reduce únicamente a la gramática. Lo cierto es que el género es un concepto en extremo amplio y en todos los ámbitos para los que ésta palabra es aplicada implica una construcción social y cultural. Incluso en la gramática.

El género literario, por ejemplo, implica una metodología para establecer familias entre los textos que conforman la literatura. Roberto Bolaño, sin embargo, ya advertía que dentro del género de la novela es posible encontrar la mejor poesía del Siglo XX: Joyce, Proust, Faulkner, etc. Es decir, las fronteras entre los géneros literarios no solo que son ambiguas sino inexistentes. Son una característica paratextual que no tiene que ver con la naturaleza del texto. Es una posibilidad que se construye, un hogar –como diría Felipe Oviedo–, o una convención. Lo mismo en relación al género sexual o a la identidad sexual, términos que la directora de la ENIPLA no ha logrado comprender.

Lo que ella sí comprende, como los estudiosos de la veterinaria, es el sexo biológico. Y el sexo biológico, para Hernández, es todo lo contrario a la idea de hogar: es una obligación natural, una verdad absoluta y una condena. Ella, que no ha leído a Derrida y que no comprende las nociones del género, ve al sexo desde su dogma moral, desde la procreación y desde la religión. Entonces, prostituyendo las palabras ‘biología’ y ‘ciencia’, la nueva directora de la ENIPLA, apuesta de forma violenta por el modelo heterosexual dominante, no solo como su opinión personal (y del presidente de la República, como ella lo menciona reiteradamente en su carta), sino como una política pública y una visión del Estado y de la sociedad.

Por eso se opone a la liberad sexual: le molesta el sexo por placer. Su concepción de la sexualidad no admite nociones lúdicas y, por tanto, humanas; es un medio para alcanzar otros fines: familia, propiedad y tradición. Por eso su odio a los condones y a los demás métodos anticonceptivos. Por eso su oposición fanática y radical a la educación sexual libre de dogmas.

Todo esto deja de ser chistoso cuando vemos que Mónica Hernández será la persona encargada de la ‘Estrategia Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo Adolescente’. ¿Cómo va a prevenir los embarazos? ¿Recomendando abstinencia? ¿Exhortando a que hombres y mujeres lleguen vírgenes al matrimonio? ¿Establecer la fidelidad como una política pública y un principio rector del Estado? Es decir, imponiendo desde el Estado, en teoría Laico, un arquetipo moral a la ciudadanía.

Considero que debemos felicitar públicamente al Presidente Rafael Correa: con esto se confirma que la Restauración Conservadora va en serio, su metástasis ha comenzado en el corazón mismo de la revolución ciudadana. No era una simple amenaza. Es el regreso del oscurantismo ultra-católico y su violencia. Creo, sinceramente, que los militantes de la izquierda populista y autoritaria de América Latina comprendieron mal a Rosa Luxemburgo y a Flora Tristán, ellas sí luchadoras de la izquierda verdadera. Ha quedado claro: para Alianza País, la Revolución será curuchupa o no será.

 

 

 

Más relacionadas