¿Créditos o cuentos chinos?

Carlos Sánchez Berzaín
Miami, Estados Unidos

Los créditos de China a Venezuela, Cuba, Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua, el proyecto del canal interoceánico en Nicaragua, las visitas de los jefes de gobierno a la China pidiendo fondos, la celebración en China del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la promesa del gobierno de la China de invertir 250.000 millones de dólares en los próximos diez años en la región, muestran una alianza política entre la segunda potencia económica mundial y los países del socialismo del siglo XXI. Indicadores de los estados deudores, aspectos de transparencia y el contenido de los acuerdos (cuando se conocen), plantean la cuestión de si se trata de créditos o de cuentos chinos.

Para la Real Academia Española de la lengua un cuento chino es un “embuste”, esto es “una mentira disfrazada de artificios”. Cuento chino es también “una mentira disimulada, ingeniosa, encajada dentro de una historia fantástica o de dudosa veracidad”. En un embuste, son baratijas, dijes y otras alhajas curiosas pero de poco valor. Podría tratarse de miles de millones de dólares que parecen ayuda pero que disfrazan otras cosas que podrían ser perjudiciales para el futuro de los latinoamericanos.

No hay duda que la China está interesada en gravitar cada vez mas en Latinoamérica, que es una de sus importantes fuentes de provisión de materias primas y un gran mercado. Lo que hasta hace aproximadamente 20 años era una disputa de legitimidad sobre el “estado chino” con Taiwán, como paradigma de la política exterior de la China Comunista en Latinoamérica, se transformó en la búsqueda de penetración y mayor influencia posible la región, desplazando y sustituyendo a los Estados Unidos y Europa.

El desarrollo del socialismo del siglo XXI por Castro y Chávez en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, su influencia en Argentina, en los estados del Petrocaribe, la creación de organismos políticos propios como la CELAC, su discurso antiimperialista, su política de estatismo, centralismo, permanencia indefinida en el poder (en un extraordinario momento económico para la región) han sido propicios para la política exterior china. La destrucción de los fundamentos de la democracia hasta constituir las dictaduras del socialismo del siglo XXI en muchos de estos estados, ha presentado a la China como un modelo no democrático (¿¡capitalista/comunista!?) de crecimiento económico y control indefinido del poder.

La realidad muestra las coincidencias entre China y los gobiernos del socialismo del siglo XXI en cuanto al irrespeto de los elementos de la democracia, como los derechos humanos y las libertades individuales, la libertad de expresión y de prensa, el control de la opinión pública, la división e independencia de los poderes públicos, el uso del sistema de justicia para la represión y persecución política, la existencia de presos y exiliados políticos. La democracia no es un tema que los divida ni los preocupe, simplemente no está en agenda. Esto genera una sospecha cada vez mas fuerte de falta de transparencia, de corrupción por falta elemental de rendición de cuentas.

Cuando el proyecto socialista empezó a dar sus frutos de fracaso y crisis económica, los caudillos fueron a la China en busca de soporte económico como Hugo Chávez hace ya mas de 5 años, comprometiendo a Venezuela con cerca 50.000 millones de dólares, con condiciones que aún no se conocen. Ahora se dice que Maduro ha logrado 20.000 millones de dólares mas, que Correa ha conseguido 5.000 millones de dólares mas. En ninguno de estos casos se sabe con que intereses, garantías, contraprestaciones, o para cuando.

Si se sabe del crédito de China a la Argentina, porque la presidenta Kirchner, su canciller Timerman y otros funcionarios acaban de ser “denunciados penalmente” por crímenes de administración pública y traición a la Patria por la firma del convenio de cooperación económica e inversión firmado entre China y Argentina por 11.000 millones de dólares que “otorga extraordinarias ventajas a la China” ante el apuro argentino de obtener financiamiento. El principal argumento de la acusación se funda en la Convención Interamericana contra la corrupción cuyo art 5 establecen sistema de licitación publica obligatoria, reemplazado en el convenio con la China por un sistema de contratación directa.

El acuerdo Chino-Argentino que se conoce, deja a la Argentina comprometida por 30 años, ya ha tenido principio de ejecución por un anticipo chino de 3.000 millones de dólares en yuanes, y señala Londres como tribunales competentes para la solución de disputas. ¿Qué pasará cuando se conozca el contenido completo de los convenios chinos con Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua? ?Serán créditos o cuentos chinos?

Más relacionadas