Premios, premiados y castigados

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

La ceremonia anual seguida por los canales de televisión de las tres cuartas partes del mundo, en la que la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood entrega la fama y la fortuna en forma de una estatuilla dorada, se realizó sin ninguna sorpresa y dentro de lo que era de esperar. Quienes habíamos visto algunas de las películas nominadas ya sabíamos que el premio principal iba a ser para “Birdman”, la película dirigida por el mexicano Alejandro Iñárritu, pues reunía todas las características necesarias.

Desde que el premio se instituyó allá a fines de los años veinte del siglo pasado, el Óscar, al igual que muchos otros premios codiciados, disputados y cuestionados, se caracterizó por ignorar las obras que hicieron que el cine norteamericano fuera un punto de referencia dentro de la cultura de ese país. De allí salieron obras maestras que nos siguen emocionando a pesar del siglo transcurrido, como “Intolerancia” de Griffith (1916), “El cobarde” de Thomas H. Ince (1915) para no detenernos en cada una de las películas, largas y cortas que realizó ese pequeño hombre genial, disconforme, de mirada penetrante y pensamiento brillante que fue Charles Chaplin, hasta llegar a nuestros días; los días de Coppola, Scorsese, los hermanos Cohen y aquellos que llegaron de afuera huyendo de las atrocidades del mundo y que enriquecieron su cultura como fueron Milos Forman, Ernst Lubitsch, Georg Wilhem Pabst y muchos otros.

Por lo que se ha visto, el mexicano Iñárritu no entrará a enriquecer esa lista a través de su película galardonada por esto y aquello, sino será recordada dentro de las películas que hoy nadie menciona y que en su momento también fueron llenadas de premios como “Titanic” (James Cameron, 1997) se que ganó 14 premios Óscar, o “Ben Hur” (William Wyler, 1959) con 11, “Shakespeare in love” (John Madden) con 7 o “El aviador” (Martin Scorsese, 2004) con cinco.

¿Y los olvidos? El mismo año que Francis Ford-Coppola hizo “Apocalipsis ya” (1979), que más que una película, es un monumento, todos los premios fueron para la intrascendente “Kramer vs. Kramer” de Robert Benton que ganó ¡5! premios mientras a Coppola lo distinguieron por mejor fotografía y ¡mejor banda sonora! ¿No tiene aire de ser el caramelito que le damos al niño para que deje de llorar? El año en que se premió como mejor película a “Gente como uno” (Robert Redford, 1980), se ignoró “Toro salvaje” (Martín Scorsese) que fue considerada por la crítica como la mejor película de toda la década. Otro ejemplo para llorar: en 1976 se premió como mejor película a “Rocky” (John Avildsen) mientras a su lado estaba la impresionante “Taxi Driver” (Martin Scorsese). ¿Son necesarios más ejemplos? porque la lista es larga y muy ilustrativa.

No es necesario ir más lejos. Pienso que en la mayoría de los premios se sigue el mismo camino. Jorge Luis Borges fue el candidato eterno al Nobel de Literatura y no se lo dieron nunca y sí se lo otorgaron a Gabriel García Márquez. El primero era el resultado de una vida comprometida con la literatura. El segundo, un producto del marketing editorial. Tampoco se acordaron de Julio Cortázar ni siquiera para el Premio “Cervantes” que siempre fue mucho más justo y equilibrado con los escritores latinoamericanos, lejos del bullanguero mundillo editorial. El “Cervantes” se olvidó también de Mujica Laínez cuya mayor distinción fue que la dictadura militar de su país prohibiera la ópera “Bomarzo” con música de Alberto Ginastera, estrenada en el teatro “Colón” de Buenos Aires. O bien de Antonio Di Benedetto, autor de esa angustiosa historia en la que el capitán Zama espera inútilmente que entre un barco a la Bahía de Asunción. La dictadura militar argentina lo premió con la cárcel y la tortura.

No sé por qué la gente se empeña en decir siempre “falsos oropeles” ya que el oropel, de por sí, es falso. Pero como se puede ver aquí, hay veces que los oropeles, entregados a quienes aparentemente lo merecen, hacen que parezcan más falsos en unas ocasiones que en otras.

* Jesús Ruiz Nestosa es periodista paraguayo. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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