Victoria de Netanyahu dispara tensión étnica en Israel

(Foto AP/Oded Balilty, Archivo)

ROSH HAAYIN, Israel (AP) — La visceral campaña electoral en Israel ha expuesto una brecha que se creía desaparecida hace tiempo: la arraigada división entre judíos de ascendencia europea y del Medio Oriente.

Los judíos del Medio Oriente, conocidos como mizrahi, respaldaron en su mayoría al Partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu, mientras que los judíos europeos, los azkenazi, se identificaron principalmente con la Unión Sionista de oposición.

La dinámica ha existido desde hace tiempo, pero las pasiones se enardecieron más en esta ocasión con resultados discordantes. Desde el triunfo de Netanyahu, ambas partes han intercambiado insultos que no se habían escuchado en público en una generación, porque los electores mizrahi han sido acusados de primitivos y los azkenazi de elitistas.

La disputa tiene sus orígenes en los primeros días de independencia israelí. Llegando de países de habla árabe en el Medio Oriente y el norte de África tras el establecimiento de Israel en 1948, muchos inmigrantes mizrahi fueron enviados a campos de transición en barrios pobres y ampliamente discriminados por los líderes europeos del fundador Partido del Trabajo.

Encontraron a su salvador político en Menachem Begin de Likud, a pesar que era de ascendencia polaca. Con habilidad consumada, el viejo líder de oposición cultivó alianzas externas que apelaban a su sentido de carencias, y gracias a un enorme respaldo de los mizrahi barrió en la elección y tomó el poder en 1977, para poner fin a casi 30 años de mandato del Partido del Trabajo.

Es difícil calcular la división de población exacta debido a que ahora el matrimonio entre miembros de ambas corrientes es más común. Pero los judíos mizrahi o con raíces mizrahi forman casi la mitad de la población de Israel.

Se han quejado desde hace tiempo de discriminación por parte de la élite de ascendencia europea que tradicionalmente ha gobernado las instituciones gubernamentales, militares y económicas.

Las quejas se han reducido, al igual que parte del dominio, pero siguen existiendo brechas. Por ejemplo, nunca ha habido un primer ministro mizrahi. Hay muchos más mizrahi que azkenasi en prisión, y muchos menos en instituciones educativas.

También se encuentran entre los habitantes más pobres; sin embargo, las poblaciones más empobrecidas, donde predominan, tienden a apoyar más a Likud y perdonar sus políticas capitalistas que no siempre velan por sus intereses económicos. (I)

Por Aron Heller, Associated Press

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