La increíble historia del señor X, engañado por su mujer en una clínica de reproducción asistida

El señor X fue engañado por su esposa, que le suplantó por otro hombre durante una inseminación in vitro en una clínica barcelonesa. / CARMEN VALIÑO, del diario El País, de España.

Seis años después de ver nacer a su hijo, cuidarlo y pagar su manutención, el británico señor X descubrió “con horror” que su exmujer le había engañado: el niño era de otro. Vieja historia, nuevo giro. La infidelidad no ocurrió en un motel, sino en un tubo de ensayo de una prestigiosa clínica reproductiva catalana. El lío acabó en una reciente sentencia de un juzgado londinense. La historia, que parece un culebrón de telenovela, ha sido contada por el diario español El País.

Acomodada pareja inglesa acude en 2004 al Instituto Marquès de Barcelona con la intención de que el semen del señor X fecunde in vitro un óvulo donado que será transferido al útero de la señora Y. Se les entrevista, pide la documentación y ambos firman un consentimiento informado de lo que va a ocurrir. El semen del señor X se congela. Cuatro meses después, la señora Y vuelve a la clínica con otro hombre —su exnovio, el señor P— que, haciéndose pasar por el señor X, produce una nueva muestra de semen. La clínica no confirma su identidad y registra la segunda muestra —la que finalmente se usó—, como si fuese también del señor X. Unos días más tarde, los embriones se colocan en la señora Y. A los nueve meses, en otoño de 2005, nace un varón al que llamaremos Z. Para protegerlo la juez ha ordenado el anonimato de los implicados.

Para hacer aún más rocambolesco el caso que nos ocupa, en 2005, mientras la señora Y y el suplantador estaban en Barcelona, la clínica llamó a la casa de la mujer en Londres. Cogió el teléfono el señor X. “Me preguntaron quién era yo y parecieron sorprendidos”, dice. La llamada sembró una duda en el marido. Preguntó a su esposa. “¿Has ido con otro?”. Ella confesó, y luego, siempre según X, inventó que, arrepentida, había pedido que usaran el primer semen. Él se lo creyó.

Años después, en 2007, cuando la pareja ya se había divorciado, una desconfiada novia del señor X le incitó a confirmar con la clínica que efectivamente usaron la primera muestra. Le contestaron que sí. “Una información errónea”, dice la sentencia. ¿Por qué? “No sabes la de tonterías irrelevantes que nos preguntan”, responde la doctora López-Teijón. “El señor debería haber subrayado que su pregunta era importante”.

La versión de la señora Y en el juicio (el diario El País advierte que no pudo contactar con ella dado el anonimato) es que el señor X siempre supo que había ido a Barcelona con P y ella nunca le engañó. Dice que, si acaso fue la clínica quien le confundió. “El señor X confió en la palabra y los actos de su mujer y la información aportada por la clínica simplemente corroboró lo que él ya creía”, concluye sin embargo la sentencia. También el Señor X: “Nunca pensé en denunciar a la clínica, mi ex les engañó como a mí”, dice ahora el señor X. “Quizás cometieron un error, y su incompetencia afianzó mi creencia de que el niño era mío, pero no lo hicieron a propósito”.

El niño llevó el apellido del señor X y, tras la separación, él pagó durante años la manutención que le correspondía y ejerció de padre. El señor X descubrió que no era el padre de Z en 2011. Se lo contó la madre cuando la demandó por irregularidades en el régimen de visitas. Tuvo que hacerse una prueba de ADN para creerlo. En la sentencia no queda claro cuándo lo descubrió el niño, pero sí que P siempre estuvo más o menos presenten en su vida, y que ahora es su padre oficial.

“Los engaños en reproducción asistida ocurren al menos tanto como ocurren en la calle”, dice la Doctora López-Teijón, barajando un estudio que calcula que entre el 5% y el 10% de los hijos no son de sus supuestos padres. “Y cada vez hay más gente en las clínicas”, añade la jurista Farnós, “donde se funciona por ensayo y error con casos como este que muestran las grietas del sistema”.

Una compleja historia de mentiras, dinero, muestras de semen y venganza, un tribunal familiar retiró en 2013 la patria potestad al señor X (dejando las visitas a discreción de su exmujer). X decidió pedir una indemnización por daños y perjuicios y una sentencia del pasado marzo obligó a la señora Y a pagarle 54.000 euros. El montante no incluye la manutención pagada (19.500 euros anuales; ambos cónyuges, dedicados a la formación de altos ejecutivos, tenían ingresos de más de 140.000 euros). El juez entendió que durante esos seis años X había disfrutado del crío. En los últimos 18 meses, X y el niño se han visto 10 minutos. “Espero que cuando cumpla 18 venga a buscarme”, dice X.

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