Francisco pide «no identificar un grado universitario como sinónimo de estatus»

Foto API.

El papa Francisco exhortó a que «no se identifique un grado universitario con sinónimo de estatus» y dijo que estudiar «es un derecho, pero también un privilegio», en el discurso que pronunció en la Pontificia Universidad de Quito, en uno de los actos de su viaje por Latinoamérica.

Ante estudiantes y docentes ecuatorianos, Francisco definió el mundo de la universidad «un semillero, una posibilidad, tierra fértil que debemos cuidar, estimular y proteger».

Pero entonces preguntó a los educadores: «¿Velan por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu libre, capaz de cuidar el mundo de hoy?.

Francisco planteó a los educadores una lista de preguntas: «¿Cómo entra en la currícula universitaria o en las distintas áreas del quehacer educativo?. ¿Cómo generamos y acompañamos el debate constructor, que nace del diálogo en pos de un mundo más humano?».

Y además pidió reflexión tanto a familias, estudiantes y docentes para «no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero y prestigio social».

Y exhortó a que la mayor preparación universitaria sea un signo «de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al cuidado del ambiente».

A los jóvenes ecuatorianos, «presente y futuro de Ecuador y semilla de transformación de esta sociedad», el papa les interrogó: ¿Saben que este tiempo de estudio, no es sólo un derecho, sino un privilegio que tienen?

Y les instó a solidarizarse con quien no ha tenido esa oportunidad.

Francisco señaló que es urgente que se discuta «sobre nuestra situación actual. Sobre qué tipo de cultura queremos o pretendemos no solo para nosotros, sino para nuestros hijos, para nuestros nietos».

Con anterioridad, Francisco se había referido a la defensa del medioambiente, tema de su encíclica «Laudato Si» de la que citó numerosos pasajes.

La defensa del medioambiente «ya no es un mera recomendación, sino una exigencia que nace por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesta en la tierra».

Y citando de nuevo la encíclica agregó: «Hemos crecido pensado tan solo que debíamos cultivar que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados quizás a expoliarla». EFE (I)

Más relacionadas