Papa pide construir puentes y critica liderazgos únicos y búsqueda estéril de poder

El Papa Francisco avanza hacia la celebración de una misa campal en el parque Bicentenario de Quito, Ecuador, el 7 de julio de 2015. (AP Photo/Gregorio Borgia)

QUITO, Ecuador — El papa Francisco pidió este martes a los fieles latinoamericanos la unidad y ejemplo de los católicos, como la mejor expresión de la verdadera evangelización.

«También nosotros constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales», expresó el pontífice en la misa que ofició en el Parque Bicentenario de la capital ecuatoriana.

«A aquel grito de libertad prorrumpido hace más de 200 años no le faltó convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que solo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos, la falta de comprensión de otros procesos libertarios con características distintas pero no por eso antagónicas«, dijo.

El oficio religioso se cumplió en una marco de un sol esplendoroso que se abrió paso en medio de densas nubes que horas antes dejaron caer un pertinaz aguacero sobre miles de fieles congregados en el sitio durante la madrugada.

Francisco afirmó que en el mundo reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, pero que los cristianos deben insistir en la «propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente a llevar las cargas«. Y volvió a hablar de la necesidad de trabajar para conseguir la paz que es «algo artesanal» y aseguró que «es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica«.

El papa insistió en repetidamente en la unidad. «La unión que pide Jesús no es uniformidad sino la multiforme armonía que atrae. La inmensa riqueza de lo variado, lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel jueves santo, nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos. Tampoco es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás».

El director de operaciones emergentes del municipio de Quito, Cristian Rivera, dijo a The Associated Press, que al amanecer había unas 320.000 personas en el Bicentenario y que esperaba que los participantes alcanzaría el medio millón.

«La evangelización no consiste en hacer proselitismo. El proselitismo es una caricatura de la evangelización».

Dijo que la evangelización consiste «en atraer con nuestro testimonio a los alejados, en acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor»., afirmó.

El papa se movió entre la multitud en un flamante papa móvil, saludando mientras la multitud le devolvía gritos de entusiasmo y dejaba caer un baño de pétalos al paso del visitante.

En un momento del recorrido, el sumo pontífice dispuso parar el vehículo y pidió a su seguridad que levantaran la silla de ruedas de una anciana que estaba a un costado, a quien besó en la cabeza, prodigó un abrazo y bendiciones.

«No nos esperábamos nunca lograr alcanzar este gran gesto del Papa», dijo Liliana Rueda, hija de la anciana. Ambas habían llegado apenas minutos antes de que iniciara el recorrido papal entre los bloques formados por quienes llegaron a este parque, que hasta hace un par de años fue el aeropuerto de Quito.

Antes del oficio religioso, Francisco se reunió con obispos ecuatorianos, y en la tarde hará lo mismo con educadores católicos y miembros de la sociedad civil para cerrar con una visita privada a la iglesia jesuita de La Compañía.

El Bicentenario lucía abarrotado la madrugada por feligreses que pasaron la noche en el lugar, pese a que cayó un torrencial aguacero, del que buscaban guarecerse cubiertos con plásticos, cobijas y bolsas de basura mientras cantaban y compartían café.

Abel Gualoto, de 59 años, es un vendedor de mariscos en el sur de Quito que estuvo desde el lunes en espera de Francisco bajo un trozo de plástico con el que se cubre.

«Claro que merece la pena estar aquí a pesar del clima. La alegría por ver al Papa proporciona el calor que necesitamos», dijo con el frío en las manos y todavía mojado por las muchas horas de lluvia soportadas.

Gualoto estuvo acompañado de su mujer y su hijo, quien carga el crucifijo que hasta ayer estaba colgado en el salón de casa.

A los vendedores ambulantes tampoco les importó el frío, la lluvia, ni la madrugada. En el parque ofrecían recuerdos como cruces, calendarios o llaveros con la cara del papa.

Uno de los más demandados es el «kit Francisco» que contiene una mochila, un CD, pañuelo recordatorio de la visita y un rosario, todo a por apenas 5 dólares.

Ante los temores de que celebración eucarística pudiera servir para expresar el descontento político contra el gobierno de Rafael Correa, hay quien piensa que no es el momento.

«No es el sitio ni el momento para expresiones de este tipo», dijo Evelin Parreño, una funcionaria pública de 29 años, que pasó la noche acompañada de su familia y hablaba envuelta en un montón de bufandas y plásticos para mitigar el frio.

Esta es la segunda misa campal del papa. Ayer estuvo en Guayaquil, donde dedicó la homilía a la necesidad de fortalecer la familia. (I)

Más relacionadas