Francisco y el Chavo

Lula Garay
Guayaquil, Ecuador

Pegados al televisor preparándonos mental y espiritualmente para verlo, estábamos con nuestros hijos, explicándoles lo que significaba la presencia de Francisco, el Vicario de Cristo, quien llegaba al Ecuador con su mensaje de paz a las familias y hablar de la necesaria unidad. Dicen que el tiempo de Dios es perfecto y es verdad, él llegó en el momento idóneo. De repente aterrizó y descendió por la escalinata del avión, este ser iluminado por su sonrisa franca, en medio de mi concentración y espiritualidad contemplando algo tan sublime y maravilloso … recuerdo que veíamos un canal con muy buenas imágenes, lo pusimos en «mute», no queríamos que quien narraba interrumpiese nuestro estado de contemplación. Pero de -uán- sentí que me cambiaron la película: empecé a ver como algo tan trascendente para los católicos se convertía en un show. Me levanté a verificar en qué canal estaba y era el 8; creo que ese número fue el detonante.

En lugar de ver una ceremonia a la altura de las circunstancias, las imágenes me llevaron a recordar a “El chavo del 8” o el “Chapulín Colorado” (escojan el que más les guste), aunque a veces es medio “Chómpiras” y otras “Chaparrón Bonaparte”.

Viendo atónita la TV. me acordé de ese capítulo aquel donde el Chavo canta y baila, cuenta chistes, bromea con la Chilindrina, le hace juego a la Popis, finge no pelear con ningún niño de la vecindad, limpia el barril para que todos crean que no pasa nada, habla con las puertas, como en un diálogo de sordos. No le pega al Sr. Barriga ni tampoco dice –pipipipí- cuan Ron Damon le da un coscorrón, y es que el muy sabido tenía un plato debajo del gorro. En ese capítulo que les digo, él se cree el sastrecillo valiente, un paladín justiciero, que en la genialidad de RGB lo llama el “trastecillo valiente”, basada en ese cuento que comienza en el reino de “mensolandia”, llamado así en honor a su rey. Sí, ese rey cuyo único trabajo era emitir decretos. ¿Lo recuerdan? El Rey emitía decretos tan absurdos como que nadie podía morirse en domingos, ni podía llover los miércoles o que nadie podía aburrirse en su reino así que todos debían ser felices… por decreto.

Lo mejor de ese capítulo es cuando entre cantos, bailes, risas fingidas, montaje, tramoya, aparece el hombre del hábito y la sotana…. Siiiii ¡Francisco! Fue entonces cuando entendí el comportamiento del Chavo, estaba esperando la llegada de Francisco.

Amagó mientras pudo pero no dejo de ser el chavo, buscó ser el protagonista, siempre actuando y sobreactuando, con chiripiolca incluida así como ese trastecillo de la historieta, que pretendió engañar a toda la comarca, no sólo con buen comportamiento y supuesta valentía, sino que además en complicidad con unos cuantos hicieron el traje con esa tela mágica que sólo la podían ver los inteligentes…

Con la melodía de su voz y la firmeza de sus palabras, fui volviendo de a poco a contemplar la majestuosidad de Francisco, un hombre que teniendo poder es sencillo, que teniendo riqueza es humilde, que por educación soportó todo, de seguro ofreció de sacrificio los selfies inapropiados, la falta de consideración a su edad. Hizo siempre honor a su nombre, se entregó a sus hermanos, a sus iguales, al pueblo, sonriente a pesar de su cansancio, habló de la familia, de la unidad, de la libertad; y, con sus mensajes fuimos todos sintiendo la presencia de Cristo.

“Sospecho desde un principio” que “sin querer queriendo”, cada vez que veamos al actor…. ¡cuánto extrañaremos a Francisco!

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