Las puertas de salida

Hernán Pérez Loose
Guayaquil, Ecuador

Los huracanes neopopulistas que llegaron a América Latina hacia fines del siglo pasado hoy han comenzado a disiparse. Por diferentes caminos y bajo diversas circunstancias, los liderazgos instalados en algunas de estas naciones se encuentran en el punto crítico de su salida del escenario político. La complejidad de su salida se debe en buena parte a la destrucción institucional que ellos provocaron y sobre la que consolidaron su dominio. ¿Quién puede creer que en Venezuela, para poner solo un ejemplo, podrá darse una transición ordenada, democrática y al amparo del marco constitucional, cuando precisamente dicha institucionalidad dejó de existir hace mucho tiempo?

No resulta exagerado afirmar que hoy Venezuela y como ella otras naciones con regímenes similares enfrentan situaciones similares a aquellas que vivimos en América Latina cuando las dictaduras militares comenzaban a retirarse de la escena política, para dar paso a gobiernos civiles y democráticos. Fueron los años de la “transición”. Un periodo marcado por la incertidumbre, temores y desafíos. Gracias al complejo juego de fuerzas y actores nacionales –incluyendo los propios militares, en muchos casos–, así como de factores internacionales, esas transiciones alcanzaron mal o bien sus objetivos. Democratizar las sociedades, sentar bases de institucionalidad, no dejar impunes los atropellos a los derechos humanos cometidos en el pasado e inyectar un nuevo rumbo de crecimiento económico. Fue la época de una generación de líderes que les tocó la delicada tarea de cerrar una puerta y abrir otra. La transición se volvió una ciencia y un arte.

Los problemas que hoy enfrenta esta nueva o “segunda” transición son probablemente mayores a aquellos que experimentó la región décadas atrás. Esto en parte es así por el mimetismo que ha caracterizado a estos regímenes. Han gobernado como dictaduras a pesar de haber nacido de procesos electorales democráticos, han atropellado los derechos humanos con la complicidad de las cortes constitucionales y magistrados llamados precisamente a defenderlos, sus líderes han gozado hasta hace poco de gran popularidad a la vez que han conducido las economías de sus naciones al descalabro. Al menos en la primera transición las cosas fueron relativamente más claras.

Las puertas de salida por la que cada uno de estos regímenes va a transitar no son iguales. La transición en Venezuela y Ecuador, por ejemplo, no será la misma que en Argentina o Brasil. El caso de este último país resulta sintomático de la caída del neopopulismo. La reciente ruptura de Eduardo Cunha, el presidente de la Cámara de Diputados, en el sentido de que se iniciaría un enjuiciamiento político contra la presidenta Dilma Rousseff, una vez que la Fiscalía ha abierto sendas investigaciones a Lula da Silva –el otrora ícono del neopopulismo latinoamericano– por corrupción, marca un hito. Y así por el estilo. Las puertas de salida han comenzado a abrirse, por vías institucionales en unos casos o por vías menos ortodoxas en otros. Tal como sucedió en la primera transición. Como dicen algunos, ya no es época de cambios, es la época la que ha cambiado. (O)

* Hernán Pérez Loose, jurista guayaquileño. Su columna ha sido publicada originalmente en el diario El Universo.

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