Así fue el ataque nuclear a Nagasaki

Nube de hongo sobre Nagasaki producida por la bomba atómica. Tomada desde un B-29 a una altura de 18 km. National Archives.

La ciudad japonesa de Nagasaki conmemoró hoy el 70 aniversario del ataque nuclear en un acto donde las autoridades locales defendieron el carácter pacifista de la Constitución japonesa ante la reforma militar que promueve el Gobierno.

La tragedia fue recordada en una ceremonia en el Parque de la Paz de la ciudad, en el que participaron representantes de los Ejecutivos central y local, delegaciones de 76 países y «hibakusha», nombre que reciben en Japón los supervivientes de los bombardeos nucleares lanzados por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

La ceremonia comenzó a las 11.02 hora local (02.02 GMT), la hora exacta en que la bomba «Fat man» estalló sobre la ciudad, con un minuto de silencio marcado por los tradicionales tañidos de la llamada Campana de la Paz, en honor de las víctimas.

El hecho ocurrió, hace setenta años, apenas 3 días después del ataque nuclear en Hiroshima. Parte del alto mando japonés había planteado la rendición sin condiciones, pero otros estaban decididos en mantener dos condiciones: la permanencia de la figura del emperador y el honor de los altos oficiales japoneses, a lo que en ese momento se oponían los Estados Unidos. También los nipones consideraban que los norteamericanos guardarían algo de clemencia y no serían capaces de lanzar un segundo ataque nuclear sobre su país.

Como lo demostraría el rigor de la historia, tal creencia no era más que resultado de una falsa esperanza. La mañana del 9 de agosto de 1945, en la isla de Tinian un nuevo bombardero B-29 que llevó el nombre Bockscar, despegó con destino hacia el Japón. El piloto de la nave era el Mayor Charles W. Sweeney; en su interior transportaba el arma nuclear llamada Fat Man (hombre gordo) con la intención de lanzarla sobre la ciudad de Kokura como blanco principal y Nagasaki como objetivo secundario.

Las nubes impidieron una ubicación cierta del blanco y, con combustible insuficiente en su avión, Sweeney, que entonces contaba 25 años, se dirigió al objetivo secundario, Nagasaki, un importante centro industrial del Japón en guerra.

Al avión le quedaba combustible suficiente sólo para una pasada y, en un momento en que las nubes se abrieron como para que el oficial bombardero determinara visualmente el objetivo, se lanzó la bomba conocida como Fat Man (El Gordo).

A las 11:01 se desató de nuevo el infierno. La explosión de Fat Man alcanzó una potencia de 22 kilotones y generó una temperatura estimada de 3900 grados Celsius y vientos de 1005 km/h. Se estima que inmediatamente fallecieron entre 40 000 y 75 000 personas. La contaminación radioactiva se cobró para finales de ese año a otras 80 000 víctimas. El radio total de destrucción fue de 1,6 km y se extendieron incendios en la parte norte de la ciudad hasta una distancia de 3,2 km del hipocentro. A diferencia de Hiroshima, en Nagasaki no tuvo lugar la «lluvia negra» y aunque sus efectos fueron más devastadores en el área inmediata del hipocentro, el relieve del lugar evitó que el radio de destrucción fuera mayor. Se calcula que el 40% de estructuras y edificios de la ciudad fueron destruidos entre ellos hogares, hospitales y escuelas. En la peor burla del destino, el bombardeo de Nagasaki contó entre sus víctimas a algunos de los sobrevivientes de Hiroshima que habían llegado a la ciudad en busca de refugio.

Fue tal la estupefacción de los cuarteles militares y el grado de shock tanto de civiles como militares que Nagasaki no se inspeccionó hasta después de una semana, cuando la ciudad era ya un osario silencioso. Los que lograron sobrevivir más allá del radio de acción de la bomba tuvieron que asistir a las oleadas de heridos en su mayoría graves.

Japón se rindió ante los Estados Unidos seis días después.

Las palabras de rendición del emperador Hirohito resumen el sentimiento lastimero que dejó el ataque estadounidense:

“El enemigo ha empezado a utilizar una bomba nueva y sumamente cruel, con un poder de destrucción incalculable y que acaba con la vida de muchos inocentes. Si continuásemos la lucha, sólo conseguiríamos el arrasamiento y el colapso de la nación japonesa, y eso conduciría a la total extinción de la civilización humana”.

Los ataques atómicos sobre las dos ciudades japonesas han sido los únicos que se han llevado a cabo hasta hoy.

En marzo pasado, el número total de «hibakusha» que quedaban en Japón o residiendo en otros países ascendía a 183.519, prácticamente la mitad de los 372.264 que había en 1980, y su edad media superaba por primera vez los 80 años.

* Con reportes de EFE.

Nagasaki, semanas después del ataque nuclear.
Nagasaki, semanas después del ataque nuclear.

Más relacionadas