La incertidumbre

;aríasol Pons

Maríasol Pons
Guayaquil, Ecuador

Después del retiro provisional de los proyectos de ley de herencias y plusvalía vino a visitarnos el papa Francisco. El país quedó conmovido; primero, por las multitudinarias manifestaciones populares en contra de los proyectos de ley propuestos por el gobierno y luego, por la candidez del líder religioso y sus mensajes esperanzadores. Posterior a eso fueron días de restablecimiento de la cotidianidad donde cada grupo de interés marcaba su estrategia en un “juego” inconcluso.

El anuncio del paro nacional por parte de grupos indígenas, gremios sindicales y federaciones de profesionales, entre otros, principalmente en contra de las dieciséis “enmiendas constitucionales” planteadas por el ejecutivo, no sorprendió a la ciudadanía. Si sorprendieron las nuevas funciones del Canciller, más aún ahora, un país con dos cancilleres independientemente de que el nombramiento de uno de ellos sea tan solo temporal. Nos sorprendió la preventa de petróleo a Tailandia y el escándalo de Yachay.

Llegó el 13A y en las marchas no solo participaron quienes convocaron a la manifestación sino la ciudadanía en general que se opone a las imposiciones del gobierno. Luego de la marcha hay heridos, detenidos, una visa cancelada, pero lo que más hay es incertidumbre. La manifestación continúa a un pulso ambiguo. El gobierno nacional insiste en desconocer el descontento de la ciudadanía, se continúa minimizando las demostraciones públicas de desacuerdo en temas fundamentales para el país entero con un discurso peyorativo que apela a que quien no está de acuerdo o a gusto con las políticas del gobierno no tiene legitimidad para reclamar. Los más altos funcionarios públicos y representantes del pueblo se contradicen cuando con las palabras dicen una cosa y con los hechos otra.

Lo más grave de todo es la marea de incertidumbre que adolece el país que me lleva a compararla con la fiebre producto de una gripe mal curada y que fácilmente puede convertirse en neumonía. Mientras el gobierno insiste en que son más y que quien se queja no tiene razón de hacerlo, el aparato productivo empieza a sufrir y de manera obligatoria sufre la población pues no se hacen nuevas inversiones, no se contrata a más gente sino que más bien se reducen las plantillas laborales, se reduce el gasto y quedamos enfermos, en ascuas, atentos a los acontecimientos que determinen el fin de la fiebre. Mientras tanto el gobierno continúa endeudándose para cubrir el déficit fiscal y tomando decisiones presupuestarias que por decir lo menos, son contradictorias a la realidad económica del país.

Se puede pecar de inocente pensando que un grupo tan poderoso escogería una salida que beneficie a todos y que escoja escuchar, ojalá eso sucediera pero si eso no sucede quienes llevan el rumbo llevarán el peso de la responsabilidad de las consecuencias.

Finalmente nos sorprende el volcán Cotopaxi. El Ecuador parece enfermo de incertidumbre pero los ecuatorianos podemos aportar a la cura teniendo claridad en nuestros objetivos,  en nuestros principios y respetando el medio ambiente. Es probable que la naturaleza nos esté llamando la atención al ver tanta fricción.

 

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