«Casa más grande del mundo» refleja nuevo cine guatemalteco

La actriz Myriam Bravo, izquierda, la productora Sandra Paredes, segunda de izquierda a dercha, la codirectora Ana V. Bojórquez, y la codirectora Lucía Carreras, derecha, posan en la alfombra roja de la película "La casa más grande del mundo" en el Festival Internacional de Cine de Morelia, México, el jueves 29 de octubre de 2015. (Foto AP/Berenice Bautista)

MORELIA, México (AP) — «La casa más grande del mundo» de las directoras Ana V. Bojórquez y Lucía Carreras, filmada en una comunidad maya de la etnia mam en la Sierra de los Cuchumatanes, forma parte del nuevo impulso en el cine guatemalteco que ha colocado a este país ante los reflectores internacionales.

En febrero de este año «Ixcanul» de Jairo Bustamante fue la primera cinta guatemalteca en presentarse en la Berlinale y ganó el Oso de Plata por su innovación. Ahora es una de las películas latinoamericanas que compiten por una nominación al Oscar en la categoría de mejor película en lengua extranjera.

A estos filmes los precedió «Las marimbas del infierno» (2010), de Julio Hernández Cordón, una coproducción de Guatemala, Francia y México que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Miami y el de mejor largometraje mexicano en Morelia.

«En Guatemala desde hace muchos años se produce de manera independiente, pero guerrillera, con las uñas y los dientes», dijo Bojórquez en entrevista con The Associated Press tras la presentación de «La casa» en la 13 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. «No existe una ley de cine y por ende no hay un instituto ni ningún tipo de apoyo público. pero se está haciendo y se está haciendo mucho».

La cinta de Bojórquez y Carreras es una coproducción con México, mientras que «Ixcanul» es coproducida con Francia.

«Me vine a México en busca justamente de una manera de financiar el proyecto», dijo Bojórquez, quien vive en el país desde hace 5 años y presenta en Morelia su primer largometraje. Carreras ha dirigido «Nos vemos papá» y coescribió el guión de la mutipremiada «La jaula de oro».

«La casa» compite por el premio al mejor largometraje mexicano en Morelia y, al igual que «Ixcanul», tiene una temática indígena como carta de presentación de Guatemala ante el mundo. «Ixcanul» está hablada en kaqchikuel y «La casa» está parcialmente en mam.

Para las realizadoras esto es consecuente con la población del país. Según cifras del Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, una organización internacional de defensa de los derechos humanos, en Guatemala existe una población indígena estimada en más de 6 millones de habitantes, lo que equivale al 60% de la población total.

En la película la niña Rocío (interpretada por Gloria López) vive con su abuela y su madre. Su padre nunca aparece en escena, aunque la madre espera un bebé. Los personajes masculinos son un niño y un anciano.

«La película refleja una realidad de países como Guatemala, como México y como otros países de Centroamérica donde las mujeres son las que viven en los pueblos porque los hombres migran», dijo Carreras.

La madre de Rocío es interpretada por la actriz mexicana Myriam Bravo.

«Tuve un maestro de mam, tuve mis clases vía Skype durante un tiempo y posteriormente me llevaron a la comunidad. Ahí tuve mis clases presenciales», dijo la actriz, que visitó por primera vez Guatemala para el rodaje. «Me encantó y me enamoré; quiero regresar ya».

En la comunidad se adentró más al acento que también marca sus diálogos en español. Las generaciones mayores son las que hablan mam, pero los niños como Rocío hablan más en español.

«Es lo que está pasando, lamentablemente, incluso el sistema educativo está enseñando únicamente en español. En Guatemala hay 23 idiomas oficializados en la Constitución y sin embargo se sigue enseñando únicamente en español. y eso hace que todas estas lenguas se vayan perdiendo. Es lo que está pasando obvio con el idioma mam».

La película logra llevar al espectador a una especie de montaña encantada adonde descienden las nubes y se confunden con las ovejas, donde no hay presencia de plásticos ni productos prefabricados.

«Una de las características que estaban muy claras desde el guión era la atemporalidad», dijo Carreras. «Que no hubiera una presencia humana tan clara».

El trabajo fue complicado. Tenían que viajar cerca de una hora para llegar a las locaciones y ascender cientos de metros, dirigir a los niños, controlar a los rebaños y resistir el frío.

En la historia Rocío tiene que hacerse cargo de las ovejas de su familia porque el parto de su madre es prematuro.

«Había una indicación muy clara en las directoras», dijo Bravo. «Mantener cómo estas mujeres paren, que no es igual a una mujer de ciudad; cuidar esa contención a la hora de parir».

La abuela de Rocío ayuda a su madre a tener el bebé. La actriz que la interpreta es partera en la vida real y su experiencia se refleja en los preparativos que hace con hierbas y cómo controla el alumbramiento.

«Ella aportaba mucho no sólo con su actuación», dijo Carreras.

«La casa más grande del mundo» tuvo su debut mundial en febrero en Berlín. Tras su estreno mexicano en Morelia, la cinta llegará al festival de Huelva, en España, y a Doha, Catar. Previamente ha sido presentada en países como Nueva Zelanda, Turquía y Corea del Sur.

 

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