Se acabó el fin de semana y volvió a ser lunes…

Gonzalo Orellana
Londres, Reino Unido

Mucho se ha hablado sobre el boom de los commodities que disfrutó Latinoamérica durante gran parte de lo que llevamos del siglo XXI y sobre como este se acabó y ahora debemos pagar la cuenta del banquete que disfrutamos. Para entender claramente la magnitud de la fiesta es bueno mirar la evolución de las exportaciones, pues nos ayuda a entender lo afortunados que fuimos y lo difícil que será repetir esos años.

Las exportaciones sudamericanas entre 2001 y 2014 se incrementaron un 280%, tres veces el crecimiento de las exportaciones durante la década de los 90s. Este incremento es más notorio en ciertos países, por ejemplo Ecuador, que vio como sus exportaciones pasaron de crecer un 82% durante 1990-2000 a un significativo 450% entre 2001 y 2014. Fue este flujo impresionante de divisas, sumado a niveles record de inversión extranjera, lo que permitió a las naciones sudamericanas crecer como no lo habían hecho en décadas, reducir pobreza de manera sostenida y acumular reservas hasta niveles históricos. Evidentemente cada país muestra características propias, que veremos más adelante, pero sin lugar a dudas este periodo será recordado como una época de extraordinaria prosperidad.

Hay algunos casos que resaltan particularmente: el primero es Bolivia. Sus exportaciones apenas crecieron 33% durante la década del noventa, mientras que el país vio crecer sus envíos al exterior en un 855% entre 2001 y 2014. Mirando estos números, no sorprende que Evo Morales haya ido reelecto dos veces, pues inevitablemente las bonanzas económicas se traducen en apoyo político a quien está en el poder. El otro caso llamativo es Venezuela, de quien se podría pensar que dados los altos precios del petróleo, prácticamente su único producto de exportación, debería estar entre los países que más se benefició del boom, sin embargo la realidad muestra que sus exportaciones solo crecieron 200%, por debajo del promedio de Sudamérica. Esto se debe a la caída en la producción de petróleo venezolano. Venezuela no es el único país que parece haber desaprovechado las extraordinarias condiciones externas: Argentina es el país cuyas exportaciones crecieron menos (171% entre 2001 y 2014), aunque todavía por encima del 113% de la década de los noventas.

Este comportamiento extraordinario de las exportaciones llegó a su máximo en 2011 para países como Brasil, Argentina o Chile, que han visto sus exportaciones decrecer durante los tres últimos años. Otros países han sido capaces de alargar la etapa de crecimiento, con máximos en 2012 (Venezuela, Perú y Colombia) o 2014 como Bolivia, Ecuador y Paraguay. La tendencia se revertirá este año para todos.

El caso ecuatoriano muestra dos comportamientos que resultan interesantes de comentar. Por un lado su producto estrella, el petróleo, se benefició considerablemente del incremento de precios, lo que acompañado de crecimiento en la producción, llevó a nuestras exportaciones petroleras a superar los $13bn en 2014, para desplomarse durante este año hasta seguramente una cifra en torno a los $7bn. Por otro lado están las exportaciones no petroleras que han tenido un desempeño notable, aunque a veces eclipsado por el petróleo. En 2014 cerramos con $12.4bn de exportaciones y para el 2015 veremos una leve caída en torno al 3%.

El reciente boom de los commodities fue en muchos aspectos extraordinario y difícil de repetir, pues se sostenía básicamente en el rápido crecimiento de China, fenómeno que parece haber llegado a su fin, y que difícilmente podrá ser imitado. No existe ningún país que por tamaño y rápido crecimiento pueda consumir materias primas al ritmo al que lo hizo China.

El boom nos benefició a todos, aunque fue mejor aprovechados por unos países que por otros, y su fin supone un problema para todos en mayor o menor medida. La realidad es que las exportaciones sudamericanas en conjunto caerán en 2015 por tercer año consecutivo y no hay indicios de que esto vaya a cambiar en 2016; menores exportaciones se traducen en menor crecimiento, balanzas comerciales deficitarias y por ende presión sobre el tipo de cambio y mayores necesidades de endeudamiento externo. Soluciones mágicas no existen, pero a largo plazo tenemos que incrementar el comercio intrarregional que suele ser menos volátil y contener mayores niveles de valor agregado, también hay que trabajar en aspectos que mejoren la capacidad exportadora: infraestructura, crédito a la exportación, disminución de trabas burocráticas, etc. La fiesta se acabó y nos encontramos con que es lunes, y los lunes solo se puede hacer una cosa: trabajar duro para poder disfrutar cuando el fin de semana llegue nuevamente.

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