Ángeles Mastretta transita entre el pasado y el presente

La escritora mexicana Angeles Mastretta posa para un retrato durante una entrevista con The Associated Press sobre su libro "El viento de las horas", en Guadalajara, México, el miércoles 2 de diciembre del 2015. Mastretta presentó la novela en la FIL de Guadalajara. (AP Foto/Berenice Bautista)

GUADALAJARA, México (AP) — Angeles Mastretta llega resplandeciente para una entrevista en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con una elegante mascada de flores, pantalones y blusa blancos, joyería de plata, un manicure rojo perfecto y un pedicure azul brillante, como de veinteañera.

«Ayer me dijeron ‘tienes las uñas rojas como siempre las tiene mi abuela»’, relató a The Associated Press la autora de 66 años. «Ahora las traigo azules para que no haya pleito».

«Venía en el avión de Nueva York y lo que vendían en el ‘Duty Free’ era pintura azul y dije ‘bueno me compraré la azul»’, añadió.

Su más reciente libro, «El viento de las horas», es así: una mezcla de pasado con presente — en la portada aparece sentada en una silla de madera de su abuela y en el interior en una fotografía actual en la misma silla — que hace relativo el tiempo. Surgió de «una continuidad de deseos».

«Este libro es un divertimento, está hecho de trozos de memoria, yo lo llamo de indulgencias del olvido», dijo Mastretta. «De repente andas concentrada en el presente y un permiso del olvido te recuerda cosas».

Mastretta también ha abordado su vida en «El cielo de los leones» y «La emoción de las cosas», al que considera hermano de su más reciente título por compartir esa manera de recordar mezclando el presente y el pasado, sin hacerlo de una manera lineal.

Pero en «El viento de las horas» el tono en general es de más serenidad y mucha reflexión: «Ahora estoy a mucho más tiempo de haberme vuelto huérfana del que falta para que mis hijos sean huérfanos (.) Así que he de volver a lo de hoy. A las drásticas, efímeras jacarandas», señala en uno de los capítulos.

«Hay una parte de dolor que se matiza porque ya te pasó lo peor que te podría pasar», dijo la autora sobre las ventajas de llegar a la tercera edad.

«Vivimos como vivos eternos, entonces se nos olvida que nos vamos a morir, peor aún se nos olvida que se nos van a morir los nuestros», apuntó. «Yo siempre digo que yo no le tengo miedo a mi muerte porque yo no voy a estar en mi muerte, le temo a la muerte de los otros, esos son los grandes abismos, lo demás casi te diría que son puras alegrías».

En el libro rescata especialmente a la figura de su hermana Verónica, un año menor que ella, activista ecológica y exdiputada de quien dice que «es un torbellino, esa sí tiene méritos».

Somos «unas comadres, después de viajar un mes juntas — ella vive en Puebla — en el aeropuerto cuando nos despedimos decimos ‘chau, nos hablamos»’, dijo.

Así como pasa el tiempo en su libro sus lectoras van cambiando y haciéndose más jóvenes, al sumarse nuevas generaciones.

«Tenía 32 años cuando saqué ‘Arráncame la vida’ y la gente que me venía a pedir autógrafos era gente de mi edad. Después seguían viniendo las de mi edad con sus hijas y ahora a las de mi edad les da un poco de flojera venir, entonces vienen las hijas y me piden para ellas y para sus mamás o incluso para sus abuelas», relató.

En Guadalajara presentó su libro y convocó a un gran número de admiradores a la firma de autógrafos. La autora se dijo feliz de poder tener este contacto.

«Te entusiasma saber que lo que estás haciendo no está tirado al aire, porque te dicen vendiste 50.000 ejemplares, y yo no veo las 50.000 caras o has vendido 3 millones o 5 de ‘Arráncame la vida»’, señaló. «En la feria ves las caras, eso me encanta».

Su próximo libro será sobre una cantante: «Está planeando su concierto, no sé si es un concierto de cierre de su carrera o de regreso», adelantó.

 

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