Hugo Mujica invita a la escucha en «Barro desnudo», su último poemario

Hugo Mujica, poeta argentino.

«Toda poesía es barro. Barro de ser partido». Así comienza el nuevo libro del escritor argentino Hugo Mujica, «Barro desnudo», un poemario en el que el poeta del silencio toma de los elementos de la naturaleza, la música y la letra para sus textos.

Poemas que hablan de la fragilidad del ser humano, de la herida que llevamos de origen y de todo lo que brota del silencio. Un libro que publica Visor en su cuidada edición Palabra de Honor, y que incluye un epílogo del poeta Luis García Montero.

Poeta y ensayista, Hugo Mujica (Buenos Aires, 1942) tras vivir la cultura y contracultura en Nueva York se pasó al lado del silencio y estuvo siete años practicando la meditación y sin pronunciar palabra en el monasterio trapense de Getsemaní.

«Mi silencio está en mis palabras y deseo que a él lleven mis poemas, quizás es desde donde brotan. Me gustaría que mis poemas lo den a la escucha», dijo a Efe el poeta.

«Cuando leo en público -señaló- nunca pienso si salió bien o no tan bien, o mal, según los aplausos o los elogios, para mí, mientras leo, es la escucha que suscito lo que me da la medida, y la escucha no a lo que digo, sino a desde donde se dice… a veces eso resulta y soy feliz», precisó el escritor.

En «Barro desnudo» este poeta, que antes fue artista plástico y hoy es una de las voces literarias más importantes de Argentina, tiene la mirada atenta a la naturaleza, no como paisaje sino a sus elementos. «La lluvia, la tierra, lo alto, lo abierto, el aire», explicó.

«En general -argumentó- aparecen alguno de los elementos y allí suenan después las palabras, otras veces es a la inversa, pero siempre se copertenecen. No es una ilustración a lo que el poema dice: es algo así como la música y la letra de una inseparable unidad, de una cantata».

Y de entre estos elementos de los que habla el poeta, el barro es sustantivo.

«El barro somos, es nuestra condición, como el aire para respirar, aquí a las lluvias para no resecarnos polvo: ‘barro de sed partido’, dice una línea del primer poema. Tierra y lluvia, tierra con sed de lluvias, cuarteándose para llamarla y acogerla: es la sed de las raíces/la que la abre a las lluvias’, dice otro de mis poemas de este libro», añade.

El poeta español Luis García Montero reseña que la desnudez poética de Hugo Mujica «es la consecuencia de meditar la sed, renunciar al deseo con ánimo de engañosa plenitud y asumir que para encontrar un sentido basta con aceptar la herida que somos».

Y añade que esta herida «nunca fue asumida».

«La prueba -explica- es que lo que llamamos ‘culturas’, ‘civilizaciones’ o como se quiera llamar al conjunto de ideas, mitos, religiones, instituciones, Dios, padre, Ley, karma, razón, o técnica, no son otra cosa que la manera, el intento, siempre provisorio de suturar simbólicamente la fisura, de suturar o negar la finitud, la muerte… la condición humana», subrayó.

Autor de títulos como «Brasa blanca», «Para albergar una ausencia» o «Cuando todo calla» (Premio Casa de América, 2013), Mujica sostuvo «que el que artista crea no para tapar esa herida, sino como una manera de sostenerla abierta: de revelarla, de reconciliarnos con nuestra condición».

El artista abraza el vacío y ese mismo abrazo lo llena: nace la obra, brota, concluyó el escritor. EFE (I)

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