La avalancha de la tecnología

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Se publican estudios sobre el impacto de crear productos que alimentan a una sociedad que vive al borde del click. Click para trabajar, click para comprar, click para identificarse, click para asociarse, click para enamorarse.

Es ya trillado hablar del las personas viendo sus teléfonos en vez de verse a la cara, hay mil campañas al respecto. La pregunta ¿es por qué sucede? ¿Por qué estamos dejando de dar prioridad a la capacidad de entendernos frente a frente? Resulta que a raíz de la disponibilidad de los teléfonos inteligentes, el ser humano con capacidad adquisitiva para poseerlo, empieza a desarrollar una relación con su teléfono. Dejamos de lado a las personas y empezamos a darle prioridad al teléfono. Sin entrar a juzgar si es por trabajo, un coqueteo o un amigo el que se atiende, resulta que el timbre del teléfono supera nuestra capacidad de decir “ahora no”.

En el ámbito laboral, el teléfono inteligente es una herramienta formidable para hacer más eficiente la gestión y el uso del tiempo, aunque también facilita mucho que las personas se mantengan conectadas todo el tiempo al trabajo dedicando menos al ámbito personal.

El teléfono inteligente nos conecta con un mundo virtual inmenso, muy difícil de cuantificar. Primero están nuestros contactos del teléfono, luego están nuestros contactos de Facebook, las historias de Snapchat, luego está el mundo de Instagram, el mundo tuitero y Whatsapp. Todos con acceso a mensajes privados. Todos canales de comunicación que pueden lograr restringir la verdadera comunicación. Aquí aplica: menos es más.

Atrás quedaron los impulsos de ir a tocarle la puerta a alguien para visitarla, la espontaneidad o naturalidad de las sorpresas y la capacidad de decir cosas incómodas a la cara. Decía un audio, de esos que no tienen autor y que llegan al whatsapp -que uno, sin hacer conciencia, les regala 3 minutos de su vida- que este mecanismo ha creado los héroes perezosos. Una definición genial que decía, entre otras cosas; que hoy no habría Hansel y Gretel porque al momento de perderse en vez de las migas de pan hubieran llamado a sus padres por teléfono. Decía también, ya no hay la fantasía de correr al aeropuerto detrás de la mujer querida para evitar que se suba a un vuelo que la aleja de él (era hombre el autor del audio) porque le mandas un mensaje de WhatsApp y si no te contesta, hasta ahí llego el esfuerzo; convirtiéndonos a todos en héroes perezosos.

La tecnología no debe ser una avalancha que nos roba la humanidad, sino una herramienta que complementa nuestro desempeño. El facilismo del click se vuelve pernicioso. Prioricemos las relaciones personales y no con nuestros aparatos tecnológicos. Evitemos las palabras vacías, rescatemos esos momentos que nos ponen la piel de gallina y que son muy difíciles de explicar es un mensaje de texto. (O)

 

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