Cansados de los abusos de los gobiernos anteriores, el “Rojo” se alzó en armas y prometió mejores días para el pueblo y sepultar la corrupción. Y triunfó. Llegó al poder …..y se quedó.
Reincidió en los mismos abusos del gobierno que había defenestrado. Por tanto, pronto cundió el descontento y los revolucionarios volvieron a tomar las armas. Ahora el líder era “El Cóndor”, que se fue a las montañas a combatir al “Rojo”. Y también triunfó. La película termina con el “Cóndor” vitoreado por la multitud y asumiendo el gobierno con las mismas actitudes, discursos y poses que antes tenía el “Rojo”.
“Los Aventureros” fue un clásico del cine de principios de los setenta. Con actores espectaculares como Aznavour, Ernest Borgnine y Candice Bergen. Basada en la novela de un escritor entonces mimado por Hollywood, Harold Robbins, cuenta la historia de un país centroamericano imaginario que bien pudo ser República Dominicana, Guatemala …..o Nicaragua. Una “banana república” donde la revolución se daba todos los días y adoptaba luego los mismos vicios de los gobernantes a los que derrocaba.
Dictadura, concentración de poderes, abusos, corrupción, secuestros, crímenes, y todo el tumor canceroso que ya conocemos. Daniel Ortega dibujado. Y los representantes del socialismo del siglo XXI retratados. Daniel Ortega es un aventurero. Parapetado en su lucha previa, ha formado, con su esposa Rosario Murillo un nuevo “somozato”. Igual que los Kirchner, marido y mujer constituyen el centro del poder en Nicaragua…. por poco tiempo más seguramente. Los muertos de Nicaragua claman justicia.
Luego de ejercer la presidencia cinco años entre 1.985 y 1.990, ocupa la oficina desde 2.007. Va a completar 33 años girando alrededor o ejerciendo el poder, en claro desafío a la institucionalidad y sobre todo a la sensatez. Y hoy su gente lo repudia.
Chávez y Maduro han sido la quintaesencia del aventurero. Suman 19 años en el poder. Han empobrecido a Venezuela, la aislaron del concierto latinoamericano y han motivado un éxodo de proporciones bíblicas en el país, pues más de millón y medio de venezolanos han emigrado de Venezuela los últimos tiempos.
Néstor y Cristina, en el país del tango vivieron la aventura del “tengo”. Y escondieron la plata hasta en los monasterios. Dilma y Lula fueron otros aventureros. Es posible que Lula sea popular. Otros populistas lo han sido también. Pero la cultura de corrupción que se dio en los últimos dieciocho años no tiene parangón aún en la informal y divertida Brasil. Tanto que Odebrecht se convirtió en una multinacional de la corrupción que ha motivado que Netflix la lleve a la pantalla.
Y sin duda, el nuestro. La franquicia de Sao Paulo funcionó muy bien en el Ecuador. Para ellos, claro está. Estamos asombrados del concurso de delitos generados la ultima década: peculado, manejo doloso de la deuda, connivencia con las FARC y debilitamiento de la frontera, compra de armamento en mal estado, delito de lesa humanidad perpetrado en un 30 de septiembre inventado, manejo irresponsable de la cosa pública, muertes no esclarecidas, encubrimiento de ministros y funcionarios, manipulación de la justicia, manipulación del proceso electoral. Es un verdadero rosario de infracciones cometidas o toleradas. Tantas, que el Presidente Moreno no se alcanza ni a nombrarlas.
Nuestro “Corteguay” ha vivido su “revolución” con un dictador de poca monta. Como el “Rojo” o el “Cóndor”de la novela de Robbins.