Podemos señalar los nombres de connotados ciudadanos que ejercieron esta función con responsabilidad, patriotismo y valorando la importancia de las Fuerzas Armadas, tales como Carlos Julio Arosemena, Galo Plaza Lasso, Fausto Cordovez Chiriboga, Agustín Febres Cordero, Luis Robles Plaza, entre otros.
Desde 1935, año en que se crea el Ministerio de Defensa, han pasado por esta Cartera de Estado 97 ciudadanos, de los cuales 65 son militares -en servicio activo y pasivo-, 32 civiles, incluye 3 mujeres. La tónica de la administración de este Ministerio ha sido la inestabilidad, el promedio de gestión de los Ministros aproximadamente es de 10 meses. En lo que va del gobierno del Presidente Lenín Moreno, la inestabilidad sigue siendo la norma; son 3 ministros en menos de un año. El nombramiento del General Oswaldo Jarrín es un acierto aplaudido por la mayoría de ecuatorianos.
El 15 de enero de 2007, se posesiona como Presidente de la República, Rafael Correa. Por primera vez en nuestra vida republicana nombra a una mujer como Ministra de Defensa, Guadalupe Larriva, importante cuadro del Partido Socialista. Su paso por este Ministerio fue efímero, murió trágicamente en un accidente aviatorio. Desgraciadamente primó el “temor reverencial”, jamás se debió permitir que la ministra aborde una nave militar de combate. Su reemplazo fue Lorena Escudero, su corto paso por este Ministerio fue irrelevante, al igual que su sucesor el médico-cirujano Wellington Sandoval.
En claro desafío a las Fuerzas Armadas, Correa nombra como Ministro de Defensa, a Javier Ponce, poeta, otrora defensor de la libertad de prensa, enemigo declarado de los militares. Al responder a una entrevista, sobre el Libro Blanco, dijo: “ni se me ocurre mirar el Libro Blanco. Allí están el terrorismo y el narcotráfico como las grandes amenazas del País. Toda la doctrina de la Guerra Fría se ha sustentado en estos dos pilares”. Ponce es relevado y asume Miguel Carvajal, la breve gestión de este sociólogo contrasta con su antecesor. Le sucede María Fernanda Espinosa, poeta, en su primera intervención ante las tropas, señala: “Estoy aquí como Ministra de Defensa Nacional de la Revolución Ciudadana” e invoca a los “compañeros y compañeras” a “defender la revolución de posibles conspiraciones”. Posteriormente Correa nombra a Fernando Cordero, declarado “no grato” por organizaciones de militares en retiro. Luego de su forzada renuncia, es nombrado Ricardo Patiño, un conocido activista de izquierda, miembro del Foro de Sao Paulo, que culmina la tarea de debilitar a las Fuerzas Armadas y de socavar el bien ganado prestigio militar.
Cabe señalar que jamás se le cuestionó a Correa la potestad constitucional de nombrar su Ministro de Defensa. Se le censuró el nombramiento de los personajes señalados, porque envés de fortalecer la capacidad operativa y el prestigio institucional, coadyuvaron a su debilitamiento y a minar la disciplina, la moral y la unidad de sus miembros.
Me he referido al gobierno de Rafael Correa, porque no hay antecedentes en la historia de nuestro país que un Presidente y sus Ministros de Defensa, se dediquen a ultrajar, a vilipendiar y a descalificar grotescamente a las Fuerzas Armadas y a sus mandos.
La sana lógica indica que un Ministro de Defensa debe tener conocimientos y vasta experiencia sobre el ámbito donde va a actuar -jamás se administra bien lo que no se conoce- sería un error designar Ministro de Defensa a una persona improvisada y sobre todo por cuotas o compromisos políticos; por lo tanto, es absolutamente necesario que el Ministro de Defensa sea un militar en retiro, sin ideología perturbadora, con larga experiencia y conocimientos claros y firmes de lo que son y significan las Fuerzas Armadas.