Hace 20 años veíamos «The Truman Show», hoy lo vivimos

foto theiamontback

Redacción internacional,  (EFE).- Cuando hace 20 años se estrenó «The Truman Show», los espectadores no podían creer que el personaje de Jim Carrey pudiese ser algo más que ficción. Hoy, aquella increíble historia se ha convertido en algo terriblemente cotidiano.

La película, dirigida por el australiano Peter Weir, fue recibida como una de las mejores de aquel 1998 tanto por la sorprendente interpretación de Carrey -hasta entonces solo conocido por sus muecas- como por la historia que contaba, que parecía totalmente disparatada.

Carrey era Truman Burbank, un feliz agente de seguros con una vida perfecta. Tenía una encantadora esposa (Laura Lynney), un fiel amigo (Noah Emmerich) y una bonita casa blanca en la paradisíaca isla de Seahaven.

Pero tras pocos minutos de metraje, todo ese mundo se desmorona cuando Truman descubre que su vida está siendo radiada, que nada de lo que hay a su alrededor es real y que hasta nació para ser el protagonista del primer reality televisivo. Aunque en aquella época ni siquiera se sabía lo que era un reality.

Faltaba un año para que se estrenara la primera edición de Gran Hermano en Holanda y apenas había algunos proyectos iniciales de lo que luego serían las redes sociales.

De ahí que la película de Weir -un director que ya había realizado títulos como «Witness» (1985) o «Dead Poets Society» (1989)- fuera tratada más como una comedia que como el retrato de una terrorífica realidad.

Las comparaciones con el mundo retratado por George Orwell en «1984» fueron inevitables. En ambos casos los movimientos de los seres humanos eran monitorizados y su comportamiento condicionado por quienes controlaban las cámaras.

Al igual que en el caso de Orwell, se consideró que la imaginación de Andrew Niccol, el guionista de «The Truman Show», había ido mucho más allá de lo que el mundo real podría degenerar algún día.

Hollywood Reporter

Y ni siquiera Peter Weir fue totalmente consciente del acertado retrato del futuro que mostraba su película.

«Creo que la vida es escandalosa y la película lo refleja», dijo el realizador en una entrevista, pero su lectura era más filosófica y metafórica que real.

Así, cuando le preguntaban si ese mundo de Truman podría convertirse en realidad, hablaba de un único y extraño caso, el de una chica que colgaba fotos de su dormitorio cada dos minutos en internet.

Lo decía tan sorprendido como los espectadores que acudieron a ver su película y que no imaginaban que esa vida televisada de Truman sería una realidad apenas dos décadas después.

Considerada una alegoría religiosa por algunos, una metáfora sobre la libertad por otros y una reflexión sobre la pérdida de realidad por el propio director, con la distancia del tiempo lo que queda claro es que fue una película visionaria.

Mezclando la idea de George Orwell y lo que mostraba el filme, desde Holanda surgió un novedoso formato televisivo, «Big Brother», que muchos rechazaron por lo que suponía de intromisión en la intimidad de personas anónimas, pero que hoy en día sigue funcionando en muchos países.

Un programa que inauguró el género de la telerrealidad -había habido algunos proyectos anteriores pero no con el mismo éxito-, que continuó con todo tipo de variantes, desde musicales a supervivencia, pasando por las religiones, las tribus o las amas de casa.

Todo vale para un formato que ha ido creciendo a la vez que la realidad se transformaba en una gran plató que, en lugar de la televisión, usa internet como canal de transmisión.

La multiplicación de redes sociales, desde el Myspace de inicios de los noventa del que ya nadie se acuerda a los reyes actuales -Twitter e Instagram-, la exposición voluntaria de la vida privada al exterior se ha convertido ya no solo en una costumbre, sino en un medio de vida para las legiones de «blogers» e «influencers» que deambulan por ese mundo paralelo.

Un mundo que avanzó «The Truman Show» en una maravillosa fábula orquestada por un Ed Harris que interpretaba al creador de esa ficción, el instigador de un mundo que, por una vez, ha saltado de la pantalla a la realidad. EFE

Alicia García de Francisco

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