María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos
Era el año 2007 cuando vi a Roger Waters, el mítico creador de la banda Pink Floyd, en concierto en el estadio Morumbí de Sao Paulo. Entonces, Waters volaba un cerdo inflable sobre el público y ya practicaba el activismo con mensajes contra el ex presidente de los Estados Unidos George W. Bush y a favor de la Amazonia.
Creo firmemente que todo ser humano tiene y debe de tener opinión y una postura clara ante los problemas que hacen de nuestro mundo un lugar más hostil e inseguro para vivir. Y creo fervientemente en la libertad de expresión. En lo que no creo es en procurar ganancias personales haciendo uso de causas ambientales y humanitarias. Diría que eso es cuestión de cada uno, a no ser por un detalle: Sin transparencia, figuras con grandes fortunas como Roger Waters podrían estar haciendo más dinero al cobrar por su activismo en esquemas ilegales.
Como una premonición, sonaba en la radio “Money”, precisamente el fin de semana anterior a la sorpresiva llegada de Waters al Ecuador para visitar el pozo petrolero Aguarico-4, en la Amazonia ecuatoriana, el que mediante el Acuerdo de Remediación firmado con Texaco por el Ecuador en 1995 correspondía a la estatal Petroecuador. Sin embargo, la campaña de relaciones públicas vinculada al mayor fraude judicial de la historia adjudicó mediáticamente este pozo a la petrolera Chevron, que adquirió Texaco en el 2000.
El Tribunal de La Haya ha fallado el pasado 7 de septiembre a favor de la petrolera y ordenado dejar sin efecto la sentencia de la corte de Lago Agrio que obligaba a la petrolera a indemnizar con 9.500 millones de dólares a los demandantes ecuatorianos representados por el americano Steve Donziger, quien ha financiado los costos de la demanda con fondos de inversionistas a quienes les vendiera un porcentaje de la sentencia fraudulenta hecha en Ecuador. Documentos presentados ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York dan cuenta de que Donziger ha seguido comercializando la demanda a pesar de la estricta prohibición de la Corte RICO –contra el crimen oranizado- en 2014, y desde entonces, de un total de 2,4 millones de dólares recaudados, al menos $1.5 millones fueron a dar a las cuentas personales de Donziger y de su esposa Linda Miller y se pagaron gastos corrientes como tarjeta de crédito, bares, vinos y gimnasio.
Ni un centavo a los pobladores de la Amazonia ecuatoriana.
Estos documentos también han evidenciado que Roger Waters es uno de los inversionistas y que aspira a cobrar el 0.076% de interés en la sentencia ecuatoriana. Otros activistas como Rex Wayler, cofundador de Greenpeace; un estratega de Amazon Watch, Kevin Koenig y el activista canadiense Phil Fontaine tienen también intereses económicos en la sentencia.
El sonido de la caja registradora en la canción no sale de mi cabeza desde entonces.
Roger Waters no viajó al Ecuador para presentar su fabuloso espectáculo musical, ni se ha registrado donación alguna a los pobladores amazónicos a quienes dijo creerles, a pesar de que la fortuna del artista está estimada en $310 millones de dólares.
Su acto meramente mediático siguió el mismo patrón de la campaña efectuada por la agencia registrada en los Estados Unidos, MCSquared, cuya directora era amiga de la infancia del entonces presidente en funciones Rafael Correa, y que recibió entre 2013 y 2014 al menos $6.4 millones de dólares del Estado ecuatoriano, de los cuales fue incapaz de justificar $3.6 millones de dólares tras el requisito de los Estados Unidos de declarar las actividades de un gobierno extranjero en suelo americano.
Aunque el entonces Secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, no se presentara en la Fiscalía en octubre del 2014 al ser llamado a declarar por la contratación con la agencia MCSquared, existe evidencia sobre el uso de fondos públicos a través de la Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN) y la empresa mexicana EMERGING GROUP en el caso Chevron, lo cual constituiría peculado.
El escándalo de MCSquared saltó a la luz por haber contratado a varios personajes de Hollywood y activistas como a Mia Farrow, Danny Glover, Daryl Hanna, y la hija del biólogo marino Jacques Cousteau. Los artistas que llegaron al Ecuador realizaban el mismo tour que ahora realizara Roger Waters, con la diferencia de que entonces, todos pasaban por Carondelet y se fotografiaban junto al mismísimo ex presidente de la República del Ecuador. Rafael Correa es hoy prófugo de la justicia por el secuestro del opositor Fernando Balda en territorio colombiano.
El mismo día en que Waters hacía noticia en Ecuador, compartía primeras planas con un informe sobre el asesinato de un general de la República, Jorge Gabela, que conmocionó al país al considerar que se trataría de un crimen de estado perpetrado durante el mandato de Rafael Correa.
Sin considerar la gravedad del momento político en Ecuador, Roger Waters anunció que quería ser recibido por el presidente Lenin Moreno para tratar sobre el hacker Julian Assange, con deudas pendientes con la justicia británica y pieza clave en un plan de desestabilización global, a quien Ecuador dio asilo en la Embajada en Londres durante más de cinco años, asumiendo el país los costos de su seguridad, las consecuencias diplomáticas respectivas, y hasta el mantenimiento de su gato. En reciprocidad, la organización Wikileaks representada por el jurista español Baltasar Garzón demandó al Ecuador por “amordazamiento”.
Ya nada parece ser casualidad. Ni la reciente gira en Brasil de Waters en este año electoral, cuando dos minutos antes de iniciar el silencio previo a la elección se manifestó en contra del candidato finalista Jaír Bolsonaro durante su concierto en Curitiba. Ese fin de semana los brasileños fueron a votar mayoritariamente por sacar del poder al Partido de los Trabajadores, emblema del Foro de Sao Paulo, que implementó el mayor esquema de corrupción y lavado de dinero del mundo a través de la constructora Odebrecht.
Waters debe de saber que el ex presidente Lula da Silva está preso por corrupción al haber recibido un triplex en el balneario de Guarujá por parte de la constructora OAS, y también debe de estar al tanto de que Steve Donziger ha perdido, por su conducta ilegal y antiética, sus licencias para ejercer la abogacía en los dos únicos distritos donde estaba habilitado para practicarla, Washington D.C. y New York.
El creador de Pink Floyd llegó al Ecuador, no a ofrecer su rock celestial, sino a promover con el peso de su imagen ante la prensa mundial entre indígenas de la Amazonia, que se haga efectiva una sentencia producto de un fraude judicial por la cual podría llegar a cobrar su jugoso dividendo.
“Money is the root of all evil today”.