La langosta

Raúl Andrade Gándara
Rochester, Estados Unidos

Por estos días circula una detallada colección de fotografías de la familia del primer mandatario, degustando delicados manjares y disfrutando de la buena vida que dispensa la tranquilidad económica en el extranjero.

Lo que sería anecdótico para cualquier familia común es comidilla en el país pues trae recuerdos del mal uso de los recursos de todos para favorecer al mimado de entonces, sucesor ungido por las encuestas y por lo tanto hombre indispensable en la estrategia del infalible para tapar sus picardías.

Hoy, ese compadrazgo no va más. El vivo resultó bien tonto y el tonto bien vivo. Pero a pesar de los pataleos, les une un rabo de paja indeleble de complicidades y ocultamientos, así como un apetito voraz no solo por manjares sino por los acuerdos entre privados.

Para que la imagen del presidente demócrata tenga un asidero en la realidad, es indispensable que se aclaren todas las dudas que esta vergonzosa pelea entre compadres deja en la retina de los ecuatorianos, que ven la langosta pero sospechan de la anchoa, mucho más espesa en términos de dineros, componendas y negocios.

Cuando el lcdo transmita transparencia, cuando los filibusteros dejen de ser sus hombres de confianza, cuando la comercialización petrolera no esté en manos de personas altamente cuestionadas, los hábitos alimenticios de la familia serán un tema sin importancia.

Pero mientras la economía ecuatoriana esté sin rumbo, los despidos estén a la orden del día y los excesos del poder sean una bofetada al pueblo pobre y desamparado por la irresponsabilidad de sus dirigentes, la indignación será un referente cuyos efectos son impredecibles.

Es evidente que hay una agenda para desestabilizar al gobierno, pero es claro también que esa agenda tiene terreno fértil con un presidente blando, indeciso y cómplice del anterior. Los hechos lo confirman a diario.

El voto nulo demuestra una mezcla de hartazgo e ignorancia, que va más allá del CPCCS y cuestiona todo el sistema político en vigencia, y hay que ponerle mucha atención.

Luego de dos años de «cirugía mayor», la corrupción sigue gozando de muy buena salud, sus autores están a buen recaudo y los pocos encausados sólo dejan ver la magnitud del atraco que impulsó el sabelotodo del ático en perjuicio de todo un país.

El resultado que reflejan las votaciones, en cambio, demuestra liderazgos fuertemente localistas en el caso de la costa, y populistas fragmentados en la sierra. El Ecuador sigue en manos de conducciones personales y mesiánicas, y depende de decisiones unilaterales para definir su futuro.

En la sierra el centro derecha no tiene liderazgos firmes, por una mezcla de vanidades, intervenciones foráneas y falta de verdadero interés político en apoyar una tendencia. El serrano sigue siendo cortesano y apuesta al que gana, no al que defiende sus tesis. La costa se ha aglomerado alrededor de Nebot, cuya habilidad y éxito le han permitido mantener un liderazgo local muy sólido. Habrá que ver su capacidad para convertirlo en nacional.

Lasso está cada vez más cerca de los demócratas cristianos de la sierra, enemigos declarados de Nebot aunque beneficiarios del populismo en su momento. Esperemos que se pueda evitar una lucha fratricida por ambiciones personales. Necesitamos uniones.

Correa sigue teniendo vigencia, como era obvio suponer después de diez años de derroche con su clientela. Pero su lejanía y su cobardía para enfrentar sus responsabilidades le seguirán pasando factura.

El país tiene nuevas autoridades locales. Todas o casi todas son débiles y marcadas por el interrogante del éxito en sus gestiones. ¡Nos esperan dos años muy movidos!

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