El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, lamentó este martes el fallecimiento de Édison Cosíos, símbolo de la dureza de las represalias policiales durante el Gobierno de Rafael Correa, y consideró que el joven fue «víctima del abuso de poder».
«Ha muerto el joven Édison Cosíos, víctima del abuso de poder. Que su ejemplo nos ayude al reencuentro, a la sensatez, a la unidad y no al odio. Mi más sentido pésame a su familia y compañeros», escribió el jefe de Estado en su perfil de la red social Twitter.
El vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner, cuestionó también el uso de la fuerza en una manifestación estudiantil.
«Édison Cosíos fue impactado por una bomba lacrimógena en el 2011, hoy fallece llenando de dolor a sus familiares y amigos. Una vida perdida por el uso de la fuerza en una manifestación, nos duele a todos», escribió en su perfil de Twitter.
De su lado, Correa, que vive en Bélgica desde mediados de 2017 tras dejar el poder, señaló que el fallecimiento es una «muy triste noticia».
«La situación de Edison siempre fue muy grave. Solo el infinito amor de su familia, especialmente la abnegación de su madre, lo mantuvo con vida tanto tiempo. Todo nuestro cariño y solidaridad a la familia Cosíos», escribió en Twitter el expresidente, que años atrás había visitado al joven mientras estaba bajo cuidado médico.
Manuel Cosíos confirmó a Efe que su hijo falleció de un paro cardíaco esta madrugada a los 24 años tras haber quedado paralítico en la mayor parte de su cuerpo a raíz del impacto de un bote lacrimógeno de la policía durante una violenta protesta en 2011, durante la administración de Correa (2007-2017).
«Él tenía muchas complicaciones en su salud y se agudizó todo lo que tenía y, desgraciadamente, falleció el día de hoy», dijo al comentar que el muchacho murió en su casa.
Comentó que en los últimos días hubo «complicaciones que le produjeron las bacterias que tenía en su cuerpo, las múltiples infecciones por vías urinarias, pulmonía y un shock séptico que le dio últimamente, que fue lo que le llevó a la muerte, desgraciadamente».
El joven tenía apenas 17 años cuando una bomba lacrimógena de la policía le destruyó el 65 por ciento del cerebro cuando él y otros compañeros estudiantes se manifestaban contra el bachillerato unificado.
En 2018, tras un cambio de Gobierno en Ecuador, la familia presentó en su nombre una demanda contra el Estado ecuatoriano.
«Fue negada en el Tribunal Contencioso, se quedo ahí porque argumentaron que estábamos fuera de tiempo y ya no se pudo seguir», dijo el padre.
Los abogados le instaron a seguir el curso de la demanda en tribunales internacionales, pero los padres se vieron «psicológicamente» impedidos por la necesidad de cuidar del joven.
El año pasado, un fotoreportaje sobre su caso fue galardonado con el Premio Mantilla de periodismo, el más importante de Ecuador. EFE