Ya había armado un escándalo en marzo, cuando subió a las redes sociales un video de contenido sexual explícito para elocuentemente ejemplificar qué era una «golden shower» (lluvia dorada), en su intento por condenar los festejos de la comunidad homosexual durante las fiestas de Carnaval en Brasil. Así Jair Bolsonaro se ganó en pocos minutos el repudio de todo el arco social y político del país.
No contento con eso, siguió. Según publicaron medios locales, el presidente apuntó contra el turismo gay durante un desayuno con periodistas en el Palacio de Planalto esta semana.
El presidente fue preguntado sobre la imagen de homofóbico que tiene en el exterior, a lo que contestó que eso no espantaba las inversiones sino a las familias brasileñas. Agregó que defiende las costumbres conservadoras y que no quiere que Brasil se vuelva un país del «mundo gay».
Brasil, según el presidente, no debe convertirse en un «paraíso para el turismo gay».
«Si querés venir a tener sexo con una mujer, adelante», dijo el presidente. Y agregó: «Pero no podemos dejar que este lugar sea conocido como un paraíso para el turismo gay. Tenemos familias».
Los comentarios fueron condenados por activistas LGTB del país.
«Esto no es un jefe de Estado, es una desgracia nacional», dijo David Miranda, congresista de Río de Janeiro, en una entrevista con el periódico británico The Guardian.
«Está manchando la imagen de nuestro país de todas las formas imaginables», agregó Miranda.
En un video publicado en Twitter, Jean Wyllys, otro destacado activista LGTB, dijo que comentarios de este tipo incitan al odio contra las minorías.
Durante una entrevista de 2013 con el actor británico Stephen Fry, Bolsonaro afirmó que los «fundamentalistas homosexuales» estaban lavando el cerebro a los niños heterosexuales para que «se convirtieran en gays y lesbianas para satisfacerlos sexualmente en el futuro».
Le dijo a Fry que «a la sociedad brasileña no le gustan los homosexuales». El actor describió el encuentro como «una de las confrontaciones más escalofriantes que he tenido con un ser humano».
El video en Twitter
En marzo, Bolsonaro volvió a sobrepasar los límites al subir el video de dos hombres haciendo poses sexuales en una comparsa callejera o «bloco de rua»: uno de ellos se pasaba la mano por el ano y otro orinaba en su cabeza.
«No me siento cómodo en mostrar esto pero, pero quiero mostrar la verdad, en esto se han convertido muchas comparsas callejeras, saquen sus conclusiones», escribió Bolsonaro.
El mensaje le valió una ola masiva de repudios.
En el sambódromo de Río de Janeiro hubo gritos y mensajes contra Bolsonaro durante el desfile de las escuelas de samba Mangueira y Paraíso de Tuiutí.
Y fue víctima de insultos en por lo menos 27 bloques callejeros en Río de Janeiro, San Pablo, Belo Horizonte, Salvador y Recife.
Los comentarios de Bolsonaro de esta semana son el último golpe a los viejos intentos brasileños de construir una reputación internacional como una sociedad tolerante e inclusiva, así como a los esfuerzos para promover a Brasil como un destino acogedor para los turistas homosexuales.
El ostracismo internacional de Bolsonaro se destacó a principios de este mes cuando una campaña de alto perfil de ecologistas forzó la cancelación de una gala en su honor en el museo de historia natural de Nueva York.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, respaldó la campaña y calificó a Bolsonaro como «un ser humano muy peligroso».
No es sorprendente ver cómo la popularidad del presidente cae en picada.
El gobierno de Jair Bolsonaro obtuvo el 35 % de aprobación en abril confirmando su record de impopularidad desde 1990, en comparación con el desempeño de otros mandatarios en el comienzo de sus primeros mandatos de acuerdo con un sondeo divulgado hoy por la agencia Ibope.
Fuente: ANSA y The Guardian