Otra Venezuela es posible

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

La historia de Venezuela está llena de mandatarios incompetentes. El venezolano en la mayoría de las elecciones se ha visto obligado a votar por la opción “menos mala” porque pocos eran los candidatos que si presentaban buenas propuestas para potenciar al país. Estos contendientes eran ajenos al partidismo que reina en Venezuela y por eso nunca llegaron al poder. Entre tanta mediocridad política, el conformismo se hace presente y algunos, cegados por el trauma causado por el chavismo, recuerdan con anhelo las épocas en las que el país “funcionaba” correctamente bajo las manos de otros líderes corruptos y autoritarios. Venezuela merece más que eso, Venezuela puede ser mucho más.

Gobierno fracasado tras gobierno fracasado, esa es la historia de Venezuela. El ciudadano venezolano siempre esperaba a un mesías, que llegara con un buen discurso a prometerles cambiar al país, pero en eso quedaba, en un simple discurso. Cualquier mediocre con buen uso de la oratoria y un partido político que le ofreciera su maquinaria era capaz de ser presidente. Y ahora, pensando en el día después de que caiga el dictador Maduro, unos enemigos de la libertad se dedican a proponer nombres o alternativas para la reconstrucción del país.

 Me sorprende la indolencia de un sector de la población venezolana cuando dicen que Venezuela necesita un Pinochet o un Marco Pérez Jiménez, no terminamos de salir de una desgracia y ya quieren entrar a otra. Sus argumentos son que Venezuela necesita ‘mano dura’ y que se lograron ‘milagros’ económicos en Chile y Venezuela durante el mandato de estos dictadores, como si el crecimiento de la economía legitimara las acciones de una dictadura sangrienta. Como si la vida humana fuera negociable, justificando la muerte de miles de personas y años de terror. ¿O es que sueñan con un Pinochet o un Pérez Jiménez porque son dictadores que servían a sus intereses? ¿Eso es libertad? ¿Querer un dictador que sea de derecha y que persiga a todos los izquierdistas? Patético. No voy a ser doliente de ningún alcalde, gobernador, ministro o dictador miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela y su tiempo les llegara para que paguen todo lo que tengan que pagar, mucho menos de cualquier empresario que se enriqueció a costillas del dolor de mis coterráneos, pero promover un discurso de odio que demonice a cualquier persona que los haya votado, poniéndoles un blanco en la espalda como si fuera un enemigo al que se debe derrotar, es barbárico. El dictador compró sus adeptos y la crisis no es culpa del padre o la madre de familia que sale a marchar a favor de Maduro para que le regalen una bolsa de comida y así sobrevivir. Son también víctimas del sistema. Indefensos y sin oportunidades.

Esa misma idea de que al país le hace falta alguien con mano dura fue la que le dio la victoria al golpista de Chávez, padre de este desastre, en 1999. Un militar que, con el apoyo de los medios y de los intelectuales de la época, destruyó a la Venezuela que, otrora, estaba encaminada a ser un país prospero por la bonanza petrolera. Con políticas paternalistas, llenando al pueblo de subsidios y regulando la empresa privada, manejando una economía dependiente única y exclusivamente del petróleo se llegó a la destrucción del país. Se aferraron al poder utilizando las armas, sin importar el costo y destruyeron todos los sectores, dejando a Venezuela en las ruinas. Pero claro, lo que nos hace falta es otro dictador que sea “menos malo”, en vez de plantearse que necesitamos vivir en un país democrático.

Se necesita de una economía que no se dependa solo en el petróleo; como lo aconsejó Arturo Uslar Pietri en 1936. Se necesita una democracia, donde cualquier movimiento político fallido pueda caer por su propio peso. Que se reduzcan los subsidios paulatinamente, se incentive al emprendimiento y se recupere al país del caos en el que está envuelto. Para eso estarán todos los cerebros que se han fugado en los últimos años, en la crisis migratoria, y los movimientos que decidieron quedarse en el país, pero que han sido alejados del conocimiento público por presiones tanto de la dictadura como por parte de la dirigencia política opositora.

El país necesita resurgir, necesita reavivarse, no podemos seguir los consejos de unos apologistas a dictadores que no quieren ver a Venezuela libre, sino que quieren a un Estado igual de sangriento que el chavista, pero que esté de ‘nuestro’ lado. Se vale soñar en algo nuevo y no recordar con nostalgia los tiempos pasados. Actualmente Venezuela es el ejemplo de todo lo malo, pero eso debe cambiar, no podemos tolerar más mediocridad, ni conformismo, ni violencia. Se debe hacerle entender a la gente que merecen algo mejor, que otra Venezuela es posible y que cada quien puede y debe aportar su grano de arena a la reconstrucción del país, sin ningún político omnipotente que se interponga en nuestro camino.

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