México, 27 oct (EFE).- Frida Kahlo, Cantinflas y Juan Gabriel no dejaron escapar la oportunidad de regresar al mundo de los vivos y se pasearon este domingo por el centro de Ciudad de México en el abarrotado macrodesfile anual del Día de Muertos, que en los últimos años se ha reinventado como la festividad mexicana más universal.
Desde la plaza del Zócalo, corazón de la capital mexicana, y a lo largo de nueve kilómetros, miles de personas disfrazadas de muertos desfilaron junto a enormes carrozas y figuras alegóricas cuando queda menos de una semana para que los mexicanos reciban en sus casas a sus seres queridos fallecidos.
Como no podía ser de otra forma, el desfile arrancó presidido por una calavera gigante adornada con flores naranja de cempasúchil que, según la tradición, utilizan su intenso color para guiar a los difuntos a fin de que puedan reencontrarse con sus familiares.
Esta planta marcó el camino a las elegantes mujeres calavéricas o catrinas, un icono creado por el grabador Juan José Posada y popularizado por Diego Rivera, que saludaron a los 2,6 millones de personas que según la organización abarrotaron el centro de la ciudad para no perderse ni un detalle del desfile.
«Me gusta mucho ver al pueblo unido, que es una de las pocas veces que ocurre», contó a Efe Sara, una mujer del público que cumple años esta semana y que siente el Día de Muertos y todas sus festividades como parte de su celebración de cumpleaños.
Para ella, el exitoso desfile es una forma para que los niños dejen de jugar con el celular y aprendan el significado de las tradiciones mexicanas.
Nadie podía presagiar la enorme popularidad que alcanzaría este evento cuando en 2016 las autoridades capitalinas decidieron reproducir el desfile de muertos que aparecía en la película «Spectre» de la saga James Bond.
El espía británico no apareció en el desfile de hoy pero los números hablan por sí mismos: Siete carros alegóricos, 16 marionetas gigantes, tres trajineras, representaciones artísticas de seis estados del país y un elenco de 1.000 personas conformaron la procesión de un kilómetro de longitud.
El desfile de hoy, junto con la enorme ofrenda de muertos que se construirá esta semana en el Zócalo, da cuenta del orgullo de México por sus tradiciones y de sus esfuerzos para que no se pierda la concepción festiva que tienen los mexicanos de la muerte, algo que tanto sorprende al resto del mundo.
«Vine al desfile para enseñar lo que es la cultura a mis hijos y que vean todo lo que son las tradiciones de nuestro país», contó a Efe Oscar, uno de los asistentes al desfile, satisfecho con todas las iniciativas que en los últimos años han modernizado el Día de Muertos.
El Día de Muertos, con sus calaveras, catrinas, coloridos alebrijes (criaturas alegóricas) y flores de cempasúchil, ya forma parte inseparable de la mexicanidad, junto con los tacos, el mariachi y la virgen de la Guadalupe.
Por ello, el desfile mezcló la temática de la muerte con otros rasgos distintivos de México. Así pues, desfiló un contingente de catrinas disfrazadas como el revolucionario mexicano Emiliano Zapata junto a un ring de la popular lucha libre y decenas de personas disfrazadas de la endémica mariposa monarca.
Y en un país que idolatra como nadie a sus artistas, no podía faltar una gigantesca y colorida Frida Kahlo, tumbada en la cama donde desarrolló parte la obra que convirtió el arte mexicano en un referente universal.
Según la tradición del Día de Muertos, de raíces prehispánicas, durante la noche del 2 de noviembre las almas de los difuntos abandonan temporalmente el mundo de los muertos para abrazar a sus seres queridos vivos.
Por eso, desde días antes, los mexicanos depositan en sus casas pétalos de cempasúchil y montan ofrendas en las que recuerdan con fotografías a los difuntos, a quienes preparan su comida favorita para que puedan disfrutar de su regreso. EFE
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