El ataque a Angostura y los daños de Correa

Alberto Molina

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

La Operación Fénix o más conocida como el Ataque a Angostura, tuvo graves repercusiones en el país y en las relaciones con Colombia. En la madrugada del 1 de marzo de 2008, tropas colombianas lanzan un feroz ataque a territorio ecuatoriano, una zona selvática denominada Angostura en las cercanías de la población Santa Rosa de Yanamaru, en la provincia de Sucumbíos, a 2 kilómetros de la frontera con Colombia.

En Angostura, estaba un bien organizado campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con áreas de entrenamiento, dormitorios, cocinas, bodegas para almacenar provisiones; municiones, armamento, equipo, explosivos y contaba con generadores de electricidad.

La inteligencia colombiana había descubierto que en el campamento de Angostura había organizado su puesto de mando el segundo a bordo de las FARC, Edgar Devia (a) Raúl Reyes y un grupo importante de subversivos; se conoce que Reyes se desplazaba con entera libertad a territorio colombiano y recibía permanentes “visitas” de sus simpatizantes de Chile, Colombia, Ecuador y especialmente de México.

Raúl Reyes, era miembro del Secretariado, portavoz y asesor del Bloque del Sur de las FARC. Contra Reyes había varias condenas y 25 órdenes de captura por terrorismo, homicidio agravado, narcotráfico, secuestro con fines terroristas,   rebelión, lesiones personales y porte ilegal de armas. En el bombardeo a Angostura murieron “Raúl Reyes” y una veintena de subversivos.

La respuesta de Rafael Correa fue de condena al ataque y rompió relaciones diplomáticas con Colombia, algo que no había ocurrido con Perú en la Guerra del Cenepa. Esta decisión de Correa privó al Ecuador de obtener valiosa información de la inteligencia colombiana en las reuniones que se hacían periódicamente entre los dos países (Comisión Binacional de Fronteras -COMBIFRON-).

En el Ecuador, Rafael Correa desarticuló la inteligencia militar y policial y obligó a sus comandantes a pedir la baja. Aprovechándose de la Asamblea Nacional que controlaba, la mayoría gobiernista eliminó la Ley de Seguridad Nacional que estaba vigente desde 1979 y aprobó la Ley de Seguridad Pública y del Estado, un bodrio, una mala copia de la ley anterior.

En la Ley de Seguridad Nacional eliminada por Correa, el Presidente de la República presidía el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), el mismo que disponía de una Secretaría General, organismo de carácter permanente que dependía, de manera directa del Jefe de Estado. Su misión era asesorar al Consejo de Seguridad Nacional y facilitar su funcionamiento, tramitar las decisiones del Presidente de la República, elaborar los planes de Seguridad Nacional y coordinar las actividades específicas de todos los organismos de la Seguridad Nacional.

En la llamada Ley de Seguridad Pública y del Estado, desapareció la Secretaria del Consejo de Seguridad, las Direcciones Nacionales de Inteligencia, Movilización, Defensa Civil y al Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) le convirtieron en un centro de adoctrinamiento de la llamada Revolución Ciudadana del Socialismo del Siglo XXI.

La Dirección Nacional de Inteligencia fue sustituida por la tristemente célebre Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN), una Stasi (policía política de la antigua Alemania comunista) criolla que servía para vigilar, amedrentar y perseguir a quienes consideraba sus adversarios políticos y que no comulgaban con sus trapacerías y corruptelas. A la Defensa Civil, organismo eficiente y con gran experiencia que trabajaba en forma permanente y coordinadamente con la Policía Nacional, Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos y voluntarios, la sustituyó por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, la misma que asumió todas las competencias, atribuciones, funciones, representaciones y delegaciones que eran ejercidas por la Defensa Civil, pero aumentó desmesuradamente el número de empleados, especialmente con miembros de su partido y la Secretaria pasó a tener rango de Ministro.

Con la arrogancia que le caracterizaba, Correa manifestó “que el Ecuador era un país pionero en la gestión de riesgos de desastres”. Con esta declaración daba a entender que antes de su gobierno no existía en nuestro país un organismo encargado de la gestión de riesgos de desastres.

Volviendo al “Ataque de Angostura”, el expresidente colombiano Álvaro Uribe, pidió disculpas al pueblo ecuatoriano por el bombardeo a nuestro territorio y en sus memorias declara que se vio obligado a no informarle a Rafael Correa sobre la Operación Fénix porque temía que Correa, con seguridad, les iba alertar a los subversivos.

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