Padura

Alberto Molina

Alberto Molina

Guayaquil, Ecuador

Un libro que me llamó la atención en una librería fue El hombre que amaba a los perros del escritor cubano Leonardo Padura, una verdadera joya, con seguridad ya parte de las obras maestras de la literatura universal.

Es la historia del destierro y posterior asesinato del político ruso Lev Davídovich Brostein, conocido como León Trotski (Ucrania 1879) -con ese nombre pasó a la historia-. Libro fascinante, describe magistralmente el obligado y penoso peregrinaje de Trotski por Turquía, Francia, Noruega. Por último, el presidente Lázaro Cárdenas le facilitó el exilio en México. Igualmente se refiere a la vida de quién sería su verdugo, el español Ramón Mercader, recrea su riguroso entrenamiento en la URSS, sus peripecias en la convulsionada  Guerra Civil española hasta que llega a México con la misión de acabar con la vida del enemigo del dictador Stalin.

Gracias a un amigo brasileño, admirador de Padura, que me obsequió otro libro, igual de fascinante, conocí Herejes, “mezcla perfecta de novela histórica, social y policíaca”. Recrea la vida del famoso pintor holandés, Rembrandt en la vieja Ámsterdam del siglo XVII y la trama de un misterioso cuadro del pintor que habiendo pasado mil peripecias, reaparece en una subasta londinense en 2007. De acuerdo con la  crítica especializada, “un texto obligado contra el dogmatismo, la estrechez mental y el aburrimiento”.

Después de Herejes ya estaba “atrapado” por Padura y seguí leyendo sus libros con avidez. Me enteré que era uno de los invitados especiales a la Feria del Libro de Guayaquil de septiembre de 2017, conseguí su correo electrónico, quería comunicarme con él, ya que había planeado viajar a Cuba desde Miami donde iba hacer la presentación de mi libro Militares en su laberinto, invitado por el Instituto Interamericano por la Democracia.

Le escribí un correo presentándome como su asiduo lector y que iría a Cuba con mi hija Gabriela y esperaba verlo, firmaba como Coronel Alberto Molina. Me contestó de inmediato, me decía que al leer mi mensaje pensó que era una broma, porque le escribía un personaje de una de sus novelas, efectivamente en Paisajes de otoño aparece el Coronel Alberto Molina, un homónimo. Después me contaría que él bautizaba a sus personajes con los nombres de sus amigos.

Llegó a Guayaquil el afamado escritor acompañado de su esposa  Lucía. Fui a verlo al hotel, apareció un hombre sencillo, muy comunicativo, como todo buen cubano. Su esposa igual de sencilla, de inmediato nos identificamos y se inició una gran amistad.

Han pasado tres años de la visita de Padura, las tres noches que pasó en Guayaquil, hubo espacio para que degustara la rica gastronomía costeña, matizada por sabrosas tertulias con amigos, asiduos lectores de Padura.

Las dos presentaciones del escritor tuvieron gran interés del público, las salas estuvieron totalmente abarrotadas. A Padura le encantó Guayaquil y se llevó una grata impresión de la ciudad. Un hombre campechano,  fanático del béisbol, afable y alegre; me contó que vive en un barrio periférico de la Habana, igual que su abuelo y su padre. Mantilla, un “barrio plebeyo y bullicioso”. Ahora nos anuncia su nueva novela Como polvo en el viento; según Padura “se trata de la historia posible de la dispersión geográfica de nuestra generación”.

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