Falsas acusaciones

Alberto Molina

Alberto Molina

Guayaquil, Ecuador

Las victimas de falsas acusaciones han tenido que pagar largos años en las cárceles, incluso les ha costado la vida. Históricamente tenemos el célebre caso de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, dos inmigrantes italianos pobres. Se les acusó falsamente por robo a mano armada y asesinato de dos personas. Fueron juzgados y sentenciados a muerte en la silla eléctrica; la ejecución tuvo lugar en Estados Unidos el 23 de agosto de 1927. La muerte de estos pobres inocentes generó protestas masivas, huelgas solidarias y disturbios en diferentes partes del mundo.

Se dice que el juez del caso, le dijo al jurado: «Este hombre, -Vanzetti-  aunque no haya en realidad cometido ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin duda culpable, porque es un enemigo de nuestras instituciones».

Otro caso emblemático que nos recuerda la historia es el del capitán francés Alfredo Dreyfus (1859-1935). Dreyfus es acusado de traición a la Patria por haber entregado secretos militares a una potencia extranjera. Declarado culpable por un Consejo de Guerra, degradado y condenado a perpetuidad en la Isla del Diablo en La Guayana Francesa. El novelista francés Emilio Zolá, saca a la luz pública el escándalo: Dreyfus ha sido acusado y condenado injustamente. Yo acuso, así se titula el artículo más famoso en la historia del periodismo; uno de los primeros párrafos dice: «Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches me desvelaría el espectro del inocente que expía a lo lejos cruelmente torturado, un crimen que no ha cometido». Dreyfus fue declarado inocente y reincorporado al Ejército.

La doctora Marie-France Hirigoyen, psiquiatra y terapeuta francesa, investiga y escribe sobre temas de psicología jurídica; destaca “El Acoso Moral”, “La destrucción moral, las víctimas de los perversos narcisistas”, entre otros estudios. Vale la pena transcribir algunas ideas de sus importantes publicaciones, para poder comprender la complejidad de este fenómeno psicológico.

«Un individuo perverso podrá acusar de actos que no ha cometido a una persona a la que quiere descalificar. Aunque la persona salga del juicio rehabilitada, podrá perder la reputación e incluso el trabajo. Será esencial respetar la presunción de inocencia».

«En los perversos las decepciones producen ira o resentimiento, y un deseo de venganza. Cuando un perverso percibe una herida narcisista (una derrota o una repulsa), siente un deseo ilimitado de obtener una revancha. No es una reacción pasajera, sino de un rencor inflexible».

“En cambio cuando el falso denunciante tiene la insinceridad como único fin, estaríamos en el campo de la mentira patológica. Y es precisamente en este caso en que la literatura psiquiátrico-forense describe tres personalidades psicopáticas inclinadas a esta clase de imputaciones: la personalidad histérica, la mitómana y la perversa. Es que la personalidad histérica, la mitomaniáca y la perversa poseen dos ingredientes que le son comunes: la malignidad por un lado y la impermeabilidad afectiva por otro, con los cuales cualquier tipo de simulación es factible”.

“El tipo de falsas acusaciones totalmente inventadas (invención pura) son producidas por lo general por mitómanos capaces de imaginar y crear una historia de robo, atentado al pudor o violación, acompañada las más de las veces por la correspondiente ‘escenificación’. Pueden ‘revelar’ o no la identidad del agresor. Al no hacerlo, pretenden rodear la historia de un halo de misterio que satisface más su vanidad morbosa”.

Las acusaciones que se han hecho a los militares que intervinieron en el trágico 30S, encajan en los ejemplos históricos y en los estudios psicológicos señalados en este artículo; es necesario y urgente señalar a los “narcisistas perversos”, los verdaderos responsables.

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