Octubre negro

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

«Un testimonio histórico imperdible»

Carlos Larreátegui, Canciller de la Universidad de Las Américas

(Comentario el libro Octubre, la democracia bajo ataque)

I: Contexto

Ecuador es un país acostumbrado a manifestarse en paz.

Mientras por el cielo de Quito llovían bombas molotov, los policías buscaban resguardo de sombrías criaturas que se ocultaban en las tinieblas. La capital del Ecuador se convirtió en un escenario monstruoso, como salido de una novela de Richard Matheson y terminó como un campo de guerra. Parecíamos haber vuelto en el tiempo y presenciar escenarios documentados durante la Segunda Guerra Mundial.

No cabe duda que los hechos de octubre pasado tenían intereses particulares. Entre ellos, se buscó que un líder caudillista y populista quedara impune tras una década de bonanza, corrupción y despilfarro. La Ministra de Gobierno, María Paula Romo y la periodista Amelia Ribadeneira así lo exponen en su libro Octubre. La democracia bajo ataque:

 “La crisis se produjo y se superó en un contexto específico. En lo nacional, una fuerza política, poco demócrata, dispuesta a cualquier cosa por la impunidad de sus líderes; una crisis económica agraviada por la importante ola migratoria venezolana; y muchos años de sembrar una lógica de antagonismo y enfrentamiento entre los ecuatorianos.” (pág. 5).

2: Hechos pasados

Si retrocedemos el tiempo, hacía dos años antes, el 3 de octubre de 2018, el Ecuador se vio sorprendido al no encontrarse con servicio de transporte público tanto en la parte urbana como rural. Únicamente el transporte municipal trató de llevar pasajeros, pero éste fue intermitente. Muchas unidades sufrieron ataques. Oros ciudadanos que buscaban transportarse en vehículos particulares fueron amenazados (Romo, María Paula & Amelia Ribadeneira, Octubre. La democracia bajo ataque. Quito, Pág. 16). Esa debió haber sido la primera señal.

A raíz del paro de transportes, “algo meramente popular”, ocurrieron desmanes y violencia en Quito y Guayaquil. Para entonces, poco antes del “paro”, el excanciller Ricardo Patiño había dicho en una conferencia muy al estilo correísta: “Es necesario pasar a la ofensiva, tenemos que tener bien claro: cambiamos las estrategias de resistencia pasiva y organizada a la resistencia combativa, ¡combativa! Hay tiempo para cada cosa. […]. Vamos a prepararnos para esa represión, porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar los caminos”.   

El Gobierno Nacional había indicado que a los transportistas se les había explicado las cuestiones técnicas, económicas y de seguridad. Se había previsto para el 4 de octubre una reunión entre el gremio y la Agencia Nacional de Tránsito y el ministerio del ramo iba a tener una reunión para definir las nuevas tarifas. Sospechosamente el caos se generó el 3 de octubre. El pacto se había roto. No obstante, gracias a reuniones con alcaldes y la ANT (Agencia Nacional de Tránsito) se llegó a acuerdos para disolver el paro.

3: Octubre negro

Ecuador se había polarizado. En los días más críticos de octubre de 2019 hubo nuevas caras, pero detrás seguían los mismos. Fuerzas de choque salieron a las calles, el Ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín explicó que ““manifestantes”  agregaron, a los cócteles molotov, adherentes como aceites químicos para que se pegaran en la superficie. Utilizaron papas, clavos, palos, lanzas, pirotecnia, armas defensiva, máscaras antigases, casco; y tuvieron dirección estratégica a larga distancia con medios de comunicación.” (Romo, María Paula & Amelia Ribadeneira, Octubre. La democracia bajo ataque. Quito, pág. 95). ¿Qué más sostiene esta tesis? Teleamazonas reportó que “los manifestantes utilizaron artefactos que nunca se había visto en este tipo de protestas, como tubos que disparan petardos. Coronel Édison Mogollón explicó: “no se trata de población común, existe personal infiltrado, con características de delincuencia”” (Ibídem, pág. 55). Los policías, otras víctimas de octubre, fueron sometidos y heridos por personas con intenciones inescrupulosas:

“Nos manosearon, fuimos objeto de hombres y mujeres, que nos tocaban indicando que teníamos chips.  Nos amarraron las manos con unas fajas, con sogas, la cintura; y con bufandas nos taparon los ojos. Nos trataban mal, nos echaron orina.”, declaró Amparo Segovia para diario La Hora. La nota fue publicada el 25 de noviembre de 2019. 

El 9 de octubre murió Inocencio Tucumbi (único fallecimiento reportado), mientras bombas lacrimógenas caían sobre la universidad Católica y Salesiana, así como en el Ágora de la Casa de la Cultura. Romo se había disculpado por los hechos. Estos sitios habían albergado a indígenas en las protestas. Tucumbi había muerto de una caída pero se reportaron como ‘miles de Inocencios’ los que habían sido “asesinados”. Esto nos lleva a pensar lo siguiente: Una fuerza paramilitar y terrorista necesita otro frente, las fake news. Éstas se orquestaron desde Colombia, México, Venezuela, Bolivia, Argentina y España (Romo, María Paula & Amelia Ribadeneira, Octubre. La democracia bajo ataque. Quito, págs. 116-117).

El diario digital La Posta logró difundir 12 puntos del “manifiesto de Quito” donde, entre algunos puntos, destacaba la liberación de “presos políticos” como el exvicepresidente Jorge Glas Espinel, la derogatoria de medidas económicas, romper relaciones con el FMI y la destitución de Moreno y el gobierno (Ibídem, pag. 113).

Un crimen se había cometido: la destrucción del bien público, del patrimonio ciudadano, la quema de la Contraloría General del Estado y la infiltración de actores ajenos a las marchas —muy bien coordinados tras la migración venezolana al Ecuador—.

4: Conclusiones personales

Camilo Restrepo, presidente nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, puso en riesgo a la población quiteña y al orden público al permitir que sectores indígenas (y sus infiltrados) secuestren a periodistas (que terminó con las graves lesiones de Freddy Paredes, periodista de Teleamazonas). Aquella acción acarreaba una destitución inminente y su inmediata detención por tergiversar el rol de esa entidad expuesta en sus estatutos y por ser un enemigo declarado de la libertad de expresión.

El Alcalde Jorge Yunda dejó en la indefensión a la ciudad que (supuestamente) dirige, su renuncia debió haberse visto inmediatamente después del “paro”.

El correísmo fue un actor clave y de forma innegable: la democracia estuvo bajo ataque. El manejo de noticias falsas (o fake news) puso en debate el rol que deben tener los periodistas en las épocas actuales. La ciudadanía es corresponsable con lo que lee y difunde en redes sociales. Por lo que la contrastación y verificación de información debe ser una actividad diaria de cada individuo que posee Twitter o Facebook y consume toneladas de información.

Jaime Vargas y Leonidas Iza deben pagar con cárcel por los desmanes, permitir el incendio a Teleamazonas y por los abusos (sexuales y verbales) cometidos contra la Sargento Segundo Amparo Segovia, la sargento Jacqueline Comina,  la cabo Johana Mina y la agente María José Baque. 

La población ecuatoriana sigue polarizada. Más que nunca es necesario un pacto social donde la tolerancia y el respeto sean las bases. Octubre fue movido por el odio y el descontrol para sostener un show que provocó daños muy graves al patrimonio de la ciudad y a agentes del orden.

Mónica Varea, destaca escritora y dueña de Librería Rayuela, sufrió las consecuencias de una sociedad intolerante. Varea fue víctima de gente fanática que pretende “someter a librería” por el hecho de tener en sus escaparates el libro de María Paula Romo. Las secuelas de octubre siguen latentes y quieren cargarse la cultura y los libros. ¡Un hecho repudiable en toda forma!

Bajo estas consideraciones, esperamos que las fracturas y los dolores sociales nos hagan reflexionar para que #OctubreNuncaMás. 

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