Francia va a poner en marcha a partir de la semana próxima un dispositivo para poder realizar test de antígenos de COVID-19 en los aeropuertos de París, destinados inicialmente a corredores de viajes de negocios, con la idea de extenderlo a otras terminales aeroportuarias del país que también los reclaman.
El secretario de Estado de Transportes, Jean-Baptiste Djebbari, indicó este domingo en una entrevista a la emisora «Europe 1» que el Gobierno está trabajando y que la idea es que se pueda poner en marcha «lo más pronto posible», tal vez el lunes o el martes.
Djebbari precisó que se quiere hacer en conexiones en las que hay un peso importante de viajes de negocios, como con Estados Unidos. La voluntad es que se despliegue rápidamente en los aeropuertos de París, Charles de Gaulle y Orly.
«Lo intentaremos hacer para el mayor número de aeropuertos que lo piden, pero en buenas condiciones», señaló tras haber contado que hay demandas también de Niza o Marsella.
El objetivo de realizar estas pruebas de antígenos, para los que los resultados están disponibles en unos minutos, es dar fluidez al transporte aéreo e intentar evitar la aplicación de cuarentenas.
El secretario de Estado justificó el retraso en la implantación de estos dispositivos -que se habían anunciado hace una decena de días- porque primero se ha tenido que hacer acopio de test, establecer acuerdos con los laboratorios encargados de su procesamiento y fijar con la Seguridad Social quién asumirá su costo.
El mismo Djebbari había anticipado el pasado día 16 que se utilizarían en vuelos en dirección de Estados Unidos o de Italia, pero también para los pasajeros que llegan a Francia de los países con un alto nivel epidémico.
Por otro lado, el responsable de Transportes confirmó que su Gobierno ha contemplado «todas las hipótesis» cuando se le preguntó por la posibilidad de que se vuelva a aplicar un confinamiento como en primavera ante el incremento vertiginoso de los contagios, con los últimos tres días de récord consecutivo en Francia.
Insistió en que cada semana se hace una evaluación de la situación para, como dijo el presidente, Emmanuel Macron, aplicar «las medidas más eficaces al nivel más pertinente».
También hizo notar que «un confinamiento general sería muy costoso para Francia» y por eso se tratan de poner «las restricciones más útiles» pero que permitan preservar la actividad.
Ante la llegada de esta segunda ola (el sábado se notificaron más de 45.000 nuevos casos en Francia), el ministro de Economía prevé que el producto interior bruto (PIB) volverá a caer en el cuarto trimestre, tras la recuperación del tercero. EFE (I)