Millenials

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Un recorrido por el nuevo mundo, ese de los “influencers”, los jóvenes perfectos, con cuerpos tonificados y rostros modificados, el planeta de los millonarios instantáneos, sin límites aparentes y sin escrúpulos, me ha dejado boquiabierto. Y con un mal sabor en la boca.

Me pregunto que será de ellos en algunas décadas, cuando pasen de moda, cuando sus cuerpos ya no atraigan las miradas ni los auspicios, cuando sus excesos les pasen factura, cuando su fama se les escurra entre los dedos.

Una juventud empacada, con valores visuales y sin fondo alguno, sin frustración aparente pero con limitaciones profundas, es el “role model” de nuestros hijos y nietos. Mujeres bellísimas que pasean su sensualidad en bikinis diminutos y entornos de ensueño, acompañadas de “raperos” sin oficio conocido, pero a la última moda y con una billetera inagotable, se convierten en la nueva meta para una juventud desprovista de valores trascendentes.

El estudio, la superación, el esfuerzo son temas en manos de los menos afortunados, aquellos que no recibieron el don de Apolonio o Afrodita y por tanto no pueden usufructuar del reconocimiento instantáneo ,aquel que entra y sale por la mirada.

Hay por supuesto también facetas positivas en esta revolución de valores. La culpa, la mojigatería y el engaño son cosas del pasado. La libertad a todo nivel rompió con todos los cánones de virginidad y decoro impuestos por las generaciones pasadas. Y eso significó una liberación al dogal conservador e infamante tejido alrededor de quienes se atrevieron a romper las reglas.

En contraparte, todo se volvió normal, cortedad de metas mediante. Aprendices de estrellas, sin formación alguna, llenos de autoestima digital, aspiran a llenar todos los campos de la vida sin otro recurso que sus apariencias. Padres agobiados por un trabajo ausente miran con frustración a hijos sin rumbo o definitivamente desubicados. Y son además juzgados por una generación irascible, hipersensible y profundamente injusta.

El mundo va en una dirección equivocada, superficial y de satisfacción inmediata. Los medios digitales han convertido al celular en un vehículo de comunicación pero también de estatus y supervivencia. Por allí escapan a cualquier supervisión y expresan su libertinaje y rebeldía. El mundo se nos vino encima. Nosotros, los dinosaurios, tratamos de adaptarnos para no quedarnos atrás en esta revolución instantánea y cambiante. Pero no tenemos las herramientas para competir con ventaja. Hemos sido derrotados por una inteligencia artificial, tremenda, eficaz y deshumanizada. Namaste!

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