Chile celebra ocho décadas de Skármeta, el novelista de la eterna sonrisa

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Santiago de Chile.- El reconocido novelista chileno Antonio Skármeta, una de las máximas figuras de la literatura latinoamericana y autor del éxito internacional «El cartero de Neruda» (1985), cumple este sábado 80 años entre homenajes del mundo de las artes y la cultura y luciendo su sempiterna sonrisa.

El escritor, cuyo nombre es junto al de Gabriela Mistral, Pablo Neruda e Isabel Allende, uno de los más conocidos de las letras chilenas, ha logrado con sus novelas y guiones de cine, conquistar los corazones de los lectores y cinéfilos más ávidos, consolidándose a sus recientes 80 años en un autor «universal».

«Además de ser un escritor imprescindible, Skármeta es en sí mismo un personaje literario. Es un hombre que ha convertido en norma la jovialidad, que ha gozado de la vida y quiere que otros lo hagan a través se sus libros», explicó a Efe la destacada ensayista Adriana Valdés, directora de la Academia Chilena de la Lengua, a la que el escritor también pertenece desde 2017.

Skármeta, Premio Nacional de Literatura en 2014, demostró desde joven ser uno de esos perfiles «polifacéticos e inquietos», agregó Valdés, y aunque nunca dejó de escribir, siempre estuvo ligado al mundo del cine y llegó a presentar «El show de los libros», un programa de televisión nacional que mereció incontables premios.

En 2003, luciendo su característico y revolucionario bigote, recibió el Planeta, el galardón mejor dotado de las letras en castellano, por su novela «El baile de la Victoria», un relato sobre los posos de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

«El acto de escribir está ligado a un sentimiento de alegría. Este estado de ánimo me lleva a una prosa irónica. Escribir me hace feliz», afirmó el autor tras recoger el premio confirmando su carácter optimista y de fabulador nato.

Skármeta nació en 1940 en la árida Antofagasta, al norte del Chile, vivió parte de su infancia en Argentina al rebufo de un padre aventurero que siempre le alentó a escribir, y posteriormente, en la década de 1970, en Alemania como exiliado tras el golpe de Estado de Pinochet.

Su íntimo amigo y crítico literario Grinor Rojo explicó a Efe que Skármeta es «de naturaleza alegre», lo que le ha llevado a encarar con una sonrisa hasta los temas más políticos que tenían que ver con la dictadura cívico-militar.

El escritor, que tras el retorno a la democracia llegó a ser embajador en Alemania, nunca tuvo reparo en mostrar sus ideas, como en su primera novela «Soñé que la nieve ardía» (1975), en la que elogia el Chile socialista de la Unidad Popular o «Insurreción» (1982), libro en el que trata la revolución sandinista en Nicaragua.

SKÁRMETA Y EL CINE

En Berlín, desarrolló su pasión por el séptimo arte, ejerció como profesor en la Academia Alemana de Cine y Televisión, se desempeñó como director de dos películas, actor en varias cintas y escritor de decenas de guiones, varios de los cuales fueron dirigidos por el alemán Peter Lilienthal.

Algunos de sus textos se hicieron populares por sus adaptaciones cinematográficas, como la película «No» (2012) de Pablo Larraín, basada en su obra «El Plebiscito», escrita un año antes, o su novela «Ardiente paciencia» (1985), que se llevó dos veces a la gran pantalla, una de ellas por el inglés Michael Radford bajo el título «Il Postino».

El éxito del filme, un homenaje a Pablo Neruda, y las más de cien versiones teatrales posteriores -incluyendo una ópera protagonizada por Plácido Domingo-, llevaron al autor a reeditar su libro como «El cartero y Neruda» en 2018.

«Gracias a esta novela, Skármeta fue recuperado en Chile. Su admiración por Neruda era tan real y sincera que quiso representarle como si hubiera seguido vivo tras el golpe y se hubiera ido al exilio», agregó Grinor.

Su paso por el extranjero también influyó en su forma de escribir, relató a Efe el doctor en Literatura, César Díaz Cid, y sus viajes a Estados Unidos dejaron impronta en sus primeros libros de cuentos -«El entusiasmo» (1967) y «Desnudo en el tejado» (1969)- que incorporaron el estilo «beatnik» norteamericano.

«Su escritura se volvió suelta, con un lenguaje juvenil distinto al que estábamos acostumbrados a ver en Chile en ese tiempo, incorporando a la clase media en sus relatos y alejándose de la seriedad de otros autores», agregó el académico.

Sus últimas novelas, «Un padre de película» (2010) y «Los días del arco iris» (2011) -tras las cuales casi no ha publicado por su delicada salud- han sido la guinda de ocho décadas de Skármeta, cuya prolífica obra artística «marcó a toda una generación», concluyó. EFE

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