¿Cómo cambiará la relación entre China y EEUU con una presidencia de Joe Biden?

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China ha seguido en silencio el proceso electoral en Estados Unidos, país con el que los lazos se han deteriorado durante los cuatro años de presidencia de Donald Trump. Ahora, con Joe Biden de camino a la Casa Blanca, en Pekín se espera una actitud menos belicosa pero sin grandes cambios de rumbo.

Pese a que el vicepresidente de EE. UU., Mike Pence, acusó a Biden de ser “la animadora de la China comunista” y de querer que “la economía vuelva a rendirse a China”, el candidato demócrata ha sido duro con Pekín en su campaña: llamó “matón” al presidente chino, Xi Jinping, y prometió “presionar, aislar y castigar” al gigante asiático.

Sin embargo, los analistas chinos esperan que se recupere hasta cierto punto el diálogo entre ambas potencias y que se suavicen las tensiones bilaterales, aunque advierten de que se tratará más de un cambio en las formas del histriónico Trump al moderado -y más predecible- Biden que en el fondo, ya que ven a ambos candidatos como continuistas en la estrategia de contener a China, su “rival sistémico”.

Hasta cierto punto, China parecía preferir una reelección de Trump, que durante su presidencia ha desdeñado el multilateralismo, haciendo que su país pierda peso en la esfera internacional, algo que Biden intentará revertir, buscando alianzas frente a Pekín.

A la hora de la publicación de este artículo, el Gobierno chino todavía no ha realizado comentarios acerca de la victoria de Biden, y en los últimos días lo máximo a lo que se prestó el Ministerio de Asuntos Exteriores fue una declaración del viceministro Le Yucheng: “Esperamos que el nuevo Gobierno de Estados Unidos trabaje con China para resolver las diferencias sin conflictos ni enfrentamientos (…), impulsando las relaciones bilaterales por el buen camino”.

En las jornadas que sucedieron a la votación, la cobertura de los medios estatales ha sido la esperada: mientras el resto del mundo se comía las uñas esperando al recuento, la prensa oficial china se centraba -para variar- en las últimas actividades de Xi o de una feria comercial recientemente inaugurada en Shanghái. Y muchas de las menciones al respecto se centraban en la división y el “caos” en el país norteamericano.

La cuenta oficial en Twitter de la versión en inglés del principal periódico chino, el Diario del Pueblo, sí sacó tiempo para responder con un burlesco “ja, ja” a un mensaje en el que Trump aseguraba haber ganado “por mucho” las presidenciales, acumulando casi 6.000 retuits y más de 30.000 me gusta antes de ser borrado.

Sin embargo, el rotativo nacionalista Global Times, el más proclive a tratar temas polémicos, sí publicaba hoy en su portada digital un largo artículo en el que desgranaba la postura de varios expertos del gigante asiático ante el futuro de las relaciones entre Pekín y Washington bajo la futura Administración Biden.

Biden buscará cooperar con China en frentes abandonados por Trump como la lucha contra el cambio climático, la no proliferación de armamento nuclear o la búsqueda de vacunas contra la COVID-19, pero es muy improbable que dé carpetazo sin más a la guerra comercial que inició hace más de dos años el ahora presidente saliente.

Según Xin Qiang, profesor de la universidad shanghainesa de Fudan, ambas partes tratarán de reevaluar la “primera fase” del acuerdo para resolver el conflicto, firmado el pasado mes de enero; y, en lugar de cancelar los aranceles impuestos por Trump, Biden verá en ellos una “moneda de cambio” para continuar con las negociaciones.

Otros analistas citados por el diario digital privado Caixin apuntan a que el próximo presidente no se centrará en el desequilibrio comercial como hizo Trump, sino que dará más importancia a la protección de la propiedad intelectual o a los subsidios con los que Pekín mantiene fuertes a las grandes empresas estatales.

En lo respectivo a la competición en manufactura y tecnología, Da Wei, de la pequinesa Universidad de Relaciones Internacionales, cree que Biden no seguirá la estrategia de ataques a iniciativas digitales chinas que no tengan “conflictos irreconciliables” con Estados Unidos como TikTok o WeChat, pero que sí mantendrá la mano dura contra Huawei y en el desarrollo de las redes 5G.

“Es inevitable que haya un desacople parcial en el sector de alta tecnología entre China y Estados Unidos”, apunta Xin. China ya le ha visto las orejas al lobo y quiere apostar en la autosuficiencia tecnológica a medio y largo plazo.

Otro campo en el que Biden supondrá un cambio será en el de los derechos humanos, en el que ha adoptado una postura firme ante China en asuntos como Hong Kong o Xinjiang -su equipo ha calificado de “genocidio” la persecución a la minoría musulmana uigur en esa región- y para el que buscará aliados a nivel internacional frente a Pekín.

Pese a la victoria electoral de Biden, a Trump todavía le quedan más de dos meses en la Casa Blanca, y los expertos citados por Global Times hablan de la posibilidad de una “locura final” en los próximos 70 días, apuntando específicamente a algunos miembros clave de su Gobierno como el secretario de Estado, Mike Pompeo, punta de lanza de la campaña de Washington contra Pekín.

Y es que Trump, que a principios de año había reducido su distancia ante Biden en las encuestas apoyado en éxitos de su etapa al frente del país como los niveles récord de empleo, podría achacar su derrota al impacto económico y humano de la pandemia, de la que ha culpado en repetidas ocasiones a China.

Así pues, el diario hongkonés South China Morning Post, publica hoy un artículo en el que varios analistas especulan con la posibilidad de que las relaciones entre Pekín y Washington entren en su “período más inestable” hasta el traspaso de poderes a finales de enero, con las tensiones en el Mar de China Meridional y Taiwán como telón de fondo.

En las últimas semanas, EE. UU. ha aprobado nuevas ventas de armamento a Taiwán -considerada como una provincia rebelde por China, que no descarta “reunificarla” por la fuerza- y ha dejado de considerar como grupo terrorista al Partido Islámico del Turquestán -grupo radical presente en Siria desde hace años y en cuyas filas luchan uigures-, provocando fuertes protestas por parte de Pekín.

El silencio oficial de hoy no era tal en las redes sociales: en Weibo, el fuertemente censurado “Twitter chino”, la etiqueta sobre las elecciones en EE. UU. ya superaba hoy los 11.200 millones de visitas y acumulaba más de 1,8 millones de comentarios.

Allí, algunos apostaban por la sorna con comentarios como “Ha sido la serie más entretenida que he visto nunca” u otros que emulaban los enunciados de los exámenes escolares: “Tu amigo Donald Trump ha perdido las elecciones. Escribe una carta de 200 palabras para consolarle”.

Otros se lo tomaban más en serio y mostraban su preocupación: “Da igual quién sea el presidente de EE. UU. El alejamiento entre ambos países no cambiará, y la represión del desarrollo de China por parte de EE. UU. tampoco cambiará”.

Aunque las líneas maestras de la política internacional de Biden todavía están por dibujarse, los expertos creen que no habrá una ruptura con el legado dejado por Trump. El coordinador de programas del Centro Bill Graham para Historia Internacional Contemporánea de la Universidad de Toronto, Jack Cunningham, lo resumía así en recientes declaraciones a Efe: “El reloj no va a retrasarse hasta el 2016”. EFE (I)

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