Un gran aplauso

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Excelente la iniciativa del lcdo de derogar el decreto que rebajó los sueldos a la plana mayor de su gobierno. Es lo justo luego del exitoso manejo de la crisis fiscal y de la pandemia. El País ha dejado atrás los momentos de zozobra y se dispone a reactivar la economía gracias a las acertadas medidas que se han tomado.

El ejemplo desde las altas esferas motiva y enorgullece a un pueblo lleno de esperanza en el mañana. La eficacia que ha demostrado este gobierno para zanjar asuntos tan delicados como el despilfarro en la salud pública, el adoctrinamiento en la educación y la recuperación de lo robado en la administración anterior es la mejor carta de presentación para el próximo presidente, que encontrará una vez más la mesa servida para, desde el primer día, continuar con la brillante conducción que hereda del actual ejecutivo.

La implacable lucha contra la corrupción, lo acertado de las actuaciones políticas y judiciales, así como la lúcida actuación de la Asamblea nos llenan de emoción y nos iluminan el sendero del mañana. No se ha escapado un solo pícaro del largo brazo de la ley, ni han existido olvidos el momento de determinar a los responsables del mayor atraco de la historia nacional.

Solo errores involuntarios. Eso dicen los liborios. Por supuesto, hay quienes miramos las cosas de otra manera. No faltan ni faltarán los críticos que cuestionen el nivel de logros cumplidos. Dirán por ejemplo, que el endeudamiento brutal al que se ha sometido al Ecuador requiere un replanteo urgente del gasto y una apertura inmediata a la inversión. Que más allá de la renegociación exitosa hay un inmenso problema fiscal irresoluto. Que los grandes asaltos perpetrados por sus compañeros de partido están claros sobre el papel pero siguen sin ser objeto de recuperación ni sanción a los grandes contratistas, corresponsables del inmenso perjuicio a un Estado que tantos recursos tuvo en su momento y que se desperdiciaron en obras faraónicas con dudosos intereses.

Que muchos de los negociados atribuidos a quienes ejercieron y ejercen altas funciones siguen en el limbo e INAmovibles de la etapa de investigación. Que la verdad sobre los treinta años de Odebrecht y sus prácticas corruptas, oferta de campaña del lcdo, continúa sin esclarecerse.

Que el atraco a los hospitales tiene una indudable responsabilidad política por parte de las autoridades, y que es inconcebible que los contratistas hayan llegado tan lejos sin complicidad del poder. Sin duda, en los pocos meses que faltan, y fiel a su comportamiento anodino, el lcdo aparecerá poco y decidirá menos.

No en balde su gobierno tiene una credibilidad muy cercana a cero. Se ha limitado, como el servicio doméstico, a cambiar de sitio los muebles, desechar lo visiblemente dañado y esconder la suciedad bajo la alfombra. Tendremos que agradecerle el haber evitado un mayor descalabro, del que fue sin embargo cómplice y encubridor, pero no podemos dejar de subrayar sus volumétricas carencias en la conducción del Estado. Y no es extraño.

Desde el primer día supimos de sus limitaciones. Y estas no han hecho otra cosa que consolidarse a lo largo de estos años. De tal manera que el decreto de marras para restituir su sueldo es una clara demostración de lo fútil de sus decisiones. Es al País y a su próximo presidente a quienes corresponde enderezar y profundizar el cambio de rumbo de un Ecuador a la deriva.

Un estadista se forja a través del ejercicio del poder, pero es imperativo determinar desde antes quien tiene el perfil y la capacidad de enfrentar los retos que tiene por delante. No podemos darnos el lujo de votar por mediocres e improvisados. Personajes de última hora que pretenden convencernos que lo saben y lo pueden todo. Teóricos sin experiencia alguna en la práctica, escondidos detrás de un libro de texto y adoradores de ideologías caducas solo lograrán agudizar la crisis.

Votemos por un mejor futuro. Botemos a la basura la demagogia, el populismo y la mentira que nos han inundado los últimos años y cuyo precio estamos pagando hoy. Y allí si, cuando hayamos apostado al futuro en vez de continuar en el pasado, podremos otorgar un gran aplauso a los ecuatorianos conscientes que con su voto permitan que este maremagno de mediocridad y componendas deje de gobernarnos por incautos.

Es una exigencia nacional si queremos salir del marasmo. No perdamos de vista el horizonte. Entendamos que lo barato, lo mediocre sale caro. Que la cortedad de miras y el providencialismo no llevan a nada bueno, y solo ahondan la crisis económica, que la paga el siguiente.

En este caso, los hijos y los nietos de quienes no hicimos nada para cambiar a pesar de tener la evidencia frente a nuestros ojos. Será necesaria quizás una gran reacción popular para sacar de las orejas a quienes se creen predestinados al poder y al atraco en base al populismo. Y si es eso lo que hay que hacer, pues habrá que hacerlo. No podemos seguir tolerando la componenda ni la manipulación de la voluntad y de las leyes. Es hora de abrir los ojos o se nos llevarán el País en vilo. Y no tenemos otro.

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